¿Quién mató a Prim?

Atentado contra el general Prim en la calle del Turco. La Ilustración española y americana

El asesinato del general Prim es un magnicidio sin resolver equivalente en España al asesinato de Kennedy en los Estados Unidos. Había muchas personas interesadas en la desaparición del entonces presidente del Consejo de Ministros, muchos intereses, muchos sicarios y cómplices. Una madeja muy compleja que al poder no le interesó desenredar porque finalmente los autores intelectuales quedaron impunes.
 
El general Prim había conseguido que las Cortes Constituyentes aprobasen mayoritariamente la coronación de un nuevo rey, el italiano Amadeo de Saboya, duque de Aosta, que reinaría con el nombre de Amadeo I. Se oponían a ello el Duque de Montpensier, cuñado de Isabel II, que aspiraba al trono de España; el regente general Serrano que se veía apartado del poder y sus prebendas; los borbonistas que querían restaurar su dinastía con el rey Alfonso XII; los carlistas que querían coronar al pretendiente Carlos VII; los republicanos que se sentían traicionados por Prim al no haber optado por una república...
Amadeo de Saboya, duque de Aosta (Turín, 1845 – Turín, 1890)

A partir de los relatos de la prensa de la época se puede describir el atentado de esta forma:
 
El 27 de diciembre de 1870, pasadas las 7 de la tarde, habiendo anochecido y nevando copiosamente, Prim salió del Congreso por la puerta de la calle Floridablanca. Después de charlar brevemente con Sagasta y otro diputado subió a su berlina acompañado por sus ayudantes Moya y Nandín. La berlina inició el camino hacia su residencia, el Ministerio de la Guerra que estaba en el palacio de Buenavista. La ruta era: calle de Floridablanca, calle del Sordo (actual Zorrilla), calle del Turco (actual Marqués de Cubas) y cruzando la calle Alcalá, calle del Barquillo donde frente al número 13 estaba la entrada a su residencia. Al llegar al final de la calle del Turco el cochero tuvo que frenar porque había dos vehículos interceptando el paso. Moya, sentado en la berlina frente a Prim y Nandín, se asomó por la ventanilla para ver qué sucedía. Vio venir un grupo de hombres armados y solo le dio tiempo a decir: "Agáchese mi general que nos hacen fuego". Del portal del número 1 habían salido varios hombres disparando e inmediatamente de los coches parados y de la taberna esquina con Alcalá salieron dos grupos de hombres que dirigiéndose a izquierda y derecha de la berlina hicieron fuego a corta distancia con armas de diverso calibre y escopetas cortas cargadas con posta de grueso calibre. Prim recibió impactos a corta distancia en el hombro izquierdo, codo y dedo anular de la mano derecha. Nandín sufrió graves heridas en una mano y Moya resultó ileso. El cochero de la berlina de Prim dando latigazos consiguió arrancar empujando y volcando uno de los coches que obstruía el paso; después cruzando a escape la calle de Alcalá entró en la calle de Barquillo hasta el Ministerio de la Guerra. Allí, según la prensa, Prim entró por su propio pie a pesar de las heridas. Los asesinos huyeron hacia el paseo del Prado en caballos que tenían preparados en la esquina de la calle de Alcalá.
Museo del Ejército. Berlina del general Prim en la que se aprecian impactos de postas

El gobierno y la prensa progubernamental quisieron desde el principio quitar importancia a las heridas de Prim.
 
MINISTERIO DE LA GOBERNACION. El Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros ha sido ligeramente herido al salir de la. sesión del Congreso en la tarde de ayer por disparos dirigidos á su coche en la calle del Turco. Se ha extraido el proyectil sin accidente alguno, y en la marcha de la herida no hay novedad ni complicación.
Gaceta de Madrid, 28/12/1870
 
Desde que fueron conocidas las heridas que se infirieron anoche al noble conde de Reus, su casa ha estado constantemente invadida por todo lo más ilustre de Madrid, ansioso de conocer la importancia de las lesiones y de ser útil en aquellos momentos de tribulación. Hecha la primera cura, y estraidos cuatro de los ocho proyectiles que le penetraron en el hombro izquierdo y en el brazo y la mano derecha, operación que sufrió el general Prim con gran entereza, el ilustre enfermo quedó tranquilo.
La Iberia, 28/12/1870
En 2012 se colocó una placa en el lugar del atentado

Sin embargo parece falso que se hubiesen producido esas visitas. Según el examen del cuerpo realizado por la Comisión Prim en 2012 es muy probable que quedara inconsciente debido a un shock traumático y a la hemorragia que debió sufrir. Por las lesiones que presenta el cadáver tanto en la mano derecha como en el brazo izquierdo, al nivel del codo y del hombro, difícilmente podría haber realizado algún tipo de escrito o firma, incluso si hubiera estado consciente. Además el regente general Serrano había impuesto un férreo control para que nadie pudiese ver a Prim y saber el alcance de las heridas. Tan solo tenían acceso él mismo, el brigadier Topete al cual había nombrado presidente en funciones y el doctor Losada. Incluso la esposa de Prim tenía dificultades para verle. Años después, el juez García Franco contó su experiencia.
 
En los primeros momentos del crimen, yo, que desempeñaba el Juzgado del distrito de la Universidad, fui llamado por el presidente del Consejo de Ministros al palacio de Buenavista, donde estaba reunido el Gobierno, y por el señor Ministro de Gracia y Justicia se me ordenó la formación de la correspondiente causa contra los autores de las heridas graves del General Prim. El sumario—añade después—se inició bajo algunos datos, que nunca pude prever fuesen tan provechosos para el descubrimiento de los autores del crimen, y alentado por tales circunstancias, ellas me daban fuerzas para, hora tras hora, perseguir el bello ideal de los que se dedican con fe inquebrantable al cumplimiento de su deber. Llegaron en esto las diligencias á un estado, que para proseguirlas con éxito, necesitaba examinar al general Prim y reconocer sus heridas tomando base de estas dos importantes actuaciones para las subsiguientes que habían de engrosar las indicaciones que el sumario arrojaba. 
A pesar de insistir hasta con pesadez cerca del Consejo de Ministros, que se hallaba cerca del ilustre herido en el palacio do Buenavista, para cumplir la misión que el cargo de juez imponia, sin duda la gravedad del general ó el temor de causarle una molestia que pudiera empeorarlo, lo cierto es que no pude cumplir mi cometido. Desde entonces expuse reverentemente que siendo excepcionales las diligencias que yo formaba, debían acumularse á las incoadas por el Juzgado del Congreso, y ser éste el que obrase bajo una sola acción.
La Época, 13/08/1885
 
Al día siguiente del atentado el brigadier Topete en un discurso en el Congreso admitía claramente que no contaba todo lo que sabía.
 
El señor presidente del Consejo de Ministros, el general Prim, ha sido herido en el día de ayer; no sé sí es grave ó leve la herida, no lo quiero saber en este momento; aunque lo supiera, no lo diría desde este sitio [...] un atentado que por sus circunstancias, por los momentos en que ha ocurrido, por las precauciones que se han tomado para perpetrarlo, no tiene ejemplo en la historia de ningún país del mundo. Yo no lo quiero esplicar, porque no es este el momento de hacerlo, siquiera sea por consideración á su familia, por consideración á sus amigos y dejando aparte la cuestión política [...] porque los asesinatos de la manera que ha venido el de ayer, no se preparan en un momento, necesitan la preparación que este ha tenido, necesitan los ausiliares de que no me quiero ocupar en este momento. Yo tengo algún motivo para saber lo que durante estos últimos dias se predicaba en ciertos círculos y lo que se acordaba en ciértos sitios [...] Yo sé algo de lo que se ha acordado; pero desde aquí les digo á los asesinos del general Prim, á sus cómplices, á sus encubridores á los que hayan podido aplaudir después ese atentado, que hagan lo que quieran; que obren de la manera que gusten, que al presidente de esta Asamblea, que al gobierno de S. A., que á las Cortes Constituyentes hallarán dispuestos á decir lo que decían los Girondinos en la república francesa: ¡Viva la libertad!
La Época, 29/12/1870
Brigadier Juan Bautista Topete (San Andrés Tuxtla, 1821 – Madrid, 1885)

Casi dos meses después del atentado La Correspondencia de España reproduce un artículo del periódico inglés The Echo que publica una relación anónima, que dice proceder de un marinero norteamericano recién llegado a Londres desde Italia [!]. El periódico madrileño dice: hemos copiado estos pormenores más por curiosos que por verídicos, pues no se nos alcanza cómo había de estar tan bien enterado el marinero que llevó al periódico inglés estas noticias. Lo sorprendente es que un periódico estranjero publique datos más o menos aproximados á la verdad, y que aquí nos hallemos enteramente á oscuras. El relato, largo y bastante novelesco, entre otras cosas dice:
 
el plan de los conspiradores era, después de asesinar al general Prim en su carruaje, llevar en éste el cadáver a la plazuela de la Cebada, promover allí una insurrección, a la que se asociarían cierto número de soldados y oficiales, y formar una junta revolucionaria [...] Cuando el coche del general fué detenido [...] tres hombres por cada lado se acercaron lentamente al carruaje, y uno de ellos, bajo de estatura, ancho de hombros y de barba negra, rompió el cristal del coche con el estremo de su trabuco, y apuntando dentro, dijo al general: «Prepárate, porque vas á morir» [...] Los asesinos, oyendo la voz de Prim después de los disparos, y las de los ayudantes del general, creyeron que habían errado el golpe. Prim no había muerto, y de consiguiente no pudo llevarse a efecto la segunda parte del plan, que era apoderarse del carruaje y llevar a la víctima á la plaza de la Cebada [...] Los actores que tomaron parte ostensible en el crimen fueron numerosos. Eran en primer lugar, los que formaban la línea desde las Córtes á la calle de Alcalá, que dieron la señal con fósforos. Luego los que bebieron en la taberna con el cochero, y los que dispararon contra el carruaje de Prim. Luego otros que había en un carruaje allí cerca en la calle de Alcalá, que debían ir á otra plaza, llamada de Santo Domingo, tan pronto como oyeran las descargas, é iniciar allí también la insurrección; pero á estos, segun parece, les faltó el valor y no cumplieron su compromiso [...] Los asesinos se separaron inmediatamente después de consumado el atentado. Los principales bajaron por la calle de la Greda [actualmente los Madrazo] al Prado, y por el Prado á la calle de Atocha, que subieron hasta cierta distancia, y luego torcieron hacia una taberna en los barrios bajos de la plaza de la Cebada. Allí aguardaron los asesinos tranquilamente á sus compañeros, que debían reunirse con ellos. Luego que llegó el último, mandaron disponer la comida, y mientras todo Madrid estaba en la mayor escitación, ellos tomaban un suculento cocido con pié de cerdo, pan y vino [...] ¿Quién preparó y ejecutó el crimen? En primer lugar, ciertos personajes de opiniones políticas indefinidas en unión con ciertos demagogos de guante blanco de Madrid. Entre los asesinos había uno alto, tuerto, de cabellos claros. Este mismo hombre había, pocos días antes del asesinato, insultado á algunos de los voluntarios monárquicos de cierto distrito de Madrid en un sitio donde tenian costumbre de reunirse, llamándolos realistas, esclavos, y desafiándolos á que riñeran con él uno á uno. Este hombre de señas particulares, y bien conocido en los barrios bajos, seria un hilo importante para cualquier policía que no fuese la de Madrid.
La Correspondencia de España, 24/02/1871
 
En los días siguientes al atentado siguen apareciendo en la prensa mensajes tranquilizadores sobre el estado de Prim. Parece que el general Serrano quiere ganar tiempo para asegurarse de que controla la situación.
 
A pesar de que los batallones republicanos entregaron durante el dia de ayer gran número de armas, parece que anoche ofrecía algunas dificultades el desarme completo, porque algunos de los batallones estaban resueltos á aceptar la provocación del gobierno, sin embargo de las exhortaciones pacíficas del Directorio republicano. Con este motivo y en vista de que se notaba bastante agitación en los barrios de la calle de Toledo, se tomaron grandes precauciones militares, no permitiendo apenas el tránsito por la Plaza Mayor, ocupada por un batallón de voluntarios de la libertad. Se retiraron de sus puntos las parejas de orden público, y parece que se convocaron los batallones monárquicos de la Milicia ciudadana. Por fin hubo de hacerse oir la voz del Directorio republicano, y la noche ha pasado con tranquilidad, sin que hoy se haya notado mas agitación que la que naturalmente producen las actuales críticas circunstancias.
¿Se buscaba tal vez un pretesto para la aprobación del proyecto de suspensión de garantías constitucionales?
La Esperanza, 30/12/1870

Entrada al Palacio de Buenavista por la calle de Alcalá

El día 30 se produjo la muerte de Prim que fue inmediatamente conocida. Al día siguiente apareció el anuncio oficial en la Gaceta.
 
Anoche se esparció con la celeridad del rayo por todos los ámbitos de Madrid la noticia de que el señor general Prim habia sucumbido de resultas de sus heridas poco antes de las nueve. Las precauciones militares que se advirtieron en seguida confirmaron este triste suceso; los diputados se dirigieron apresuradamente al Congreso, y los exdiputados, que tienen derecho á penetrar en el salón de conferencias, se encontraron no poco sorprendidos de que se les prohibiera la entrada, sin adivinar qué causa pudiera motivar esta estraña medida. También estaba cerrada la tribuna pública, y sin embargo la vimos después poblada por algunas personas decentemente vestidas, que se nos dijo ser individuos de la Tertulia progresista. La sesión nocturna empezó poco despues de las diez, dándose desde luego la noticia del fallecimiento del señor general Prim.
La Época, 31/12/1870
 
Según se manifestó en el dia de ayer 30, la fiebre consecutiva a las heridas recibidas por el Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros seguía su curso regular y en armonía con la importancia de dichas heridas. Durante el mismo dia la fiebre adquirió mayores proporciones, como era consiguiente á los grandes destrozos causados por los seis proyectiles que en la mano derecha, en el codo-y hombro del lado izquierdo fracturaron la mayor parte de sus huesos, rompieron sus articulaciones y desgarraron los tejidos blandos que les rodean. La reacción febril que estos destrozos debian producir se reflejó de una manera violentísima en el cerebro, determinando un estado congestivo cuyas funestas consecuencias muy pronto se habían de señalar. El estado de esta entraña, ya tan perturbada por los asiduos trabajos mentales del ilustre General, no podía menos de infundir muy sérias alarmas [...] Como consecuencia de estos graves trastornos sobrevino una intensa congestión cerebral, que produjo en breves horas la muerte ocasionada á las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche de ayer.
Gaceta de Madrid, 31/12/1870
 
El brigadier Topete, como presidente del Consejo en funciones desde el momento del atentado, había acudido a Cartagena para recibir a Amadeo de Saboya que llegó a bordo de la fragata Numancia el día 30, el día que murió Prim.
 
El presidente del Consejo Sr. Topete, los ministros y generales cumplimentaron al duque de Aosta después de fondear la Numancia en Cartagena. Refiérese que el Sr. Topete saludó friamente al jefe de la escuadra, y que fué recibido inmediatamente por el futuro monarca. Dícese que en la primera entrevista del electo rey y el Sr. Topete, ambos permanecieron silenciosos un momento; silencio que interrumpió el segundo cuando cuenta de los motivos que autorizaban su presencia.
La Correspondencia de España, 01/01/1871
 
Después de un largo y penoso viaje en tren debido a la nieve y a las paradas en Albacete y Aranjuez, Amadeo de Saboya llegó a Madrid e inmediatamente se dirigió a la basílica de Atocha donde estaba expuesto el cadáver de Prim.
 
El rey se presentó sereno y tranquilo saludando con gran afabilidad á todas las persones. El regente díó el primer viva al rey, que fué contestado por todos los concurrentes [...] Después de descansar breves momentos en la estación la comitiva se puso en marcha, yendo el rey á caballo, a su derecha el regente, y detras ios directores de las armas, dirigiéndose á la basílica de Atocha, donde oró un momento y se encaminó después por el salón del Prado á las Córtes.
La Correspondencia de España, 02/01/1871
Amadeo de Saboya frente al féretro de Prim

Históricamente se ha señalado como principales sospechosos en este asesinato al diputado republicano Paúl y Angulo —enemigo declarado de Prim— como ejecutor material; Felipe Solís y Campuzano hombre de confianza del duque de Montpensier que sería quien financiaba la operación, y José María Pastor, jefe de la escolta del regente general Serrano. En 1876 el activo promotor fiscal Joaquín Vellando presentó el escrito de conclusiones fiscales donde decía:
 
...á pesar de los trabajos incesantes de este juzgado para llegar á inquerir quiénes sean los autores del asesinato, por mas que particularmente pueda tener el juzgado convencimiento, no resultan pruebas bastantes para designar los autores entre todos los procesados; pero se ha llegado á demostrar por lo menos la complicidad en este hecho de José María Pastor y Rafael Porcel y Blanca, bajo cuyo concepto son responsables criminalmente. Lo son también en concepto de autores por el delito de tentativa de asesinato José López Pérez, Estéban Saéz Loza, Martin Arnedo Fernández, José Genovés Brugués, Pedro Acebedo y D. Felipe Solís y Campuzano...
El Pueblo Español, 13/09/1876
1869. Gobierno provisional. De pie, de izquierda a derecha, Sagasta, Prim mirando a la cámara, Serrano y Topete

Según Pérez Abellán en su libro Matar a Prim, el sumario se tramitó hasta el 5 de octubre de 1877 que fue sobreseído.
 
Ayer tarde fué notificada la escarcelación á los presos en la cárcel del Saladero con motivo de la causa por asesinato del general Prim, Sres. Pastor, Acevedo, Porcel, Rodríguez y Alcina.
La Correspondencia de España, 06/10/1877
 
En 1878 solo quedaba un procesado por la causa sobre el asesinato de Prim.
 
Ayer mañana se verificó la vista de la causa por el asesinato del malogrado general Prim, en la que ha habido un incidente digno de llamar la atención, no habiendo asistido el abogado defensor de don José López. Después del informe del fiscal, en que éste pidió el sobreseimiento respecto del único procesado don José López, y su inmediata excarcelación, éste pidió la venia al tribunal para hablar, y concedida que lo fué, manifestó que convencido ya de que se le haría justicia completa, estaba dispuesto á hacer importantes revelaciones. Ei presidente del tribunal, oído esto, suspendió inmediatamente el acto.
La Iberia, 23/07/1878
 
José López, aquel procesado por la causa sobre el asesinato del general Prim, dijo ante la Audiencia dias atrás: «que si le garantizaban la vida hablaría» y con efecto, desde ayer se encuentra en el hospital herido de dos terribles puñaladas que recibió en el Saladero.
La Iberia, 15/09/1878
Antonio de Orleans, duque de Montpensier (Neuilly-sur-Seine, 1824 – Sanlúcar de Barrameda, 1890)

Sin embargo López sobrevivió. Sobre el asunto de los implicados que habían sido eliminados también escribió Paúl y Angulo en el folleto exculpatorio que publicó en Francia.
 
Seria curioso, sigue diciendo el señor Paúl, consignar como fué asesinado en la misma cárcel Ruperto Merino Alcalde, cuñado del citado López, y como murieron presos y heridos en el hospital otros tres encausados: José Ginovés, Clemente Escobar y José Roca; y cómo José Menendez falleció también á consecuencia de una paliza que le propinó al capturarle la Guardia civil, porque era tartamudo y no contestaba claro; y cómo fué asesinado de tres trabucazos, al llegar á su pueblo después de excarcelado, Tomás García Lafuente; y como fué asesinado también, en la misma cárcel del Saladero, Mariano González, después de haber sido excarcelado y siendo empleado temporalmente en ella.
El Imparcial, 09/01/1886
General  Francisco Serrano, duque de la Torre (San Fernando, 1810 – Madrid, 1885)

Se averiguó que vinieron sicarios de La Rioja, Valencia y Sevilla; de algunos de ellos se perdió la pista en México y Argentina. Todos los que sabían algo de este complot callaron. Valle-Inclán escribió sobre el conde de Romanones:
 
El conde de Romanones conoce, acaso como nadie, todo el misterio que oculta el asesinato del general Prim. Sabe tantas cosas que se asusta sólo de pensar en ellas, y le tiemblan las carnes con el temor de que algún día no pueda vencer la tentación de poner paño al púlpito. El conde de Romanones, como todo buen narrador, conoce la deliciosa fruición de desvelar secretos. ¡Y el diablo es tan enredador, y tan enlabiador, y tan buen compadre del conde de Romanones!...
AHORA, 02/07/1935
 
El conde de Romanones sobre Sagasta:
 
Una tarde del verano del 89, en San Sebastián, siendo huésped de don Manuel Alonso Martínez, ministro de Jornada a la sazón, con quien me unieran lazos de los más estrechos, en una pequeña tertulia que a su alrededor se formó, alguien recordó la muerte de Prim. Sagasta, que parecía abstraído y muy lejano de la conversación que se mantenía, como si despertara de un sueño, dijo: "Si ustedes supieran..." Y sin transición cerró los labios. Vanos fueron los requerimientos con que se le acució para que hablara; se negó en absoluto, mostrándose contrariado y arrepentido, quizá por primera vez en su vida, de haber dicho más de lo que quería.
AHORA, 24/07/1935
 
Galdós sobre Paúl y Angulo:
 
Es posible que no haya sido Paúl y Angulo... Es posible... Pero esas cosas no pueden decirse... En este episodio me hubiera gustado hablar de los negreros que financiaron la revolución... Luego Cánovas los hizo senadores vitalicios y títulos del reino... Tenia muchos datos, pero está todo tan reciente. Cuando publiqué "Narváez" recibí una carta llena de majaderías y ridículas rectificaciones del duque de Valencia. A Paúl y Angulo yo le conocí... Poco, pero le conocí. Don Nicolás Estévanez me ha escrito. Tampoco cree que haya sido el autor del asesinato. Para don Nicolás han sido los alfonsinos... Pero todo está tan reciente que no puede decirse...
AHORA, 20/09/1935
José Paúl y Angulo (Jerez de la Frontera, 1842​ – París, 1892)

Pío Baroja en sus memorias:
 
… un día, por la tarde, hacia 1905 o 1906, acompañé a Galdós por las calles de Carranza y Luchana, y me contó una serie de detalles muy curiosos de gente que había intervenido en el asesinato de Prim: policías, masones, revolucionarios, aventureros y amigos de Montpensier y dos o tres contratistas de obras, que luego pasaron a ser editores, […] años más tarde Galdós publicó su España trágica. […] De cuanto me había contado no decía nada.
Pío Baroja. Desde la última vuelta del camino
 
Unos meses después de morir Galdós, Roberto Castrovido publicó un artículo inverosímil titulado "En la calle del Turco mataron a Prim ..." en el que dice que presentó los asesinos supervivientes al escritor.
 
Para saber por qué y cómo mataron a Prim, leed el Episodio Nacional La España Trágica. Ahí está. Para escribir ese Episodio me buscó D. Benito, y quiso que le acompañara a ver y oír a los tres matadores de Prim que vivían entonces. Conocí a cinco [...] Don Benito Pérez Galdós gustaba de los documentos humanos y vivos más que de libros y papeles para escribir sus Episodios Nacionales. Para su primera serie se valió de hijos y nietos de guerrilleros, marinos, militares, héroes de la guerra de la Independencia, mártires de Madrid, Zaragoza y Gerona. Para escribir las otras series encontró supervivientes. Los hacía hablar. Los interrogaba hábilmente. Y sobre lo que oía levantaba el monumento de sus Episodios Nacionales.
La Voz, 16/08/1920
Benito Pérez Galdós en el jardín de su casa

Cánovas —que a su vez fue asesinado por el anarquista Michele Angiolillo en 1897— resumió la cuestión durante una conversación con Castelar:
 
En una de las comidas celebradas en la Huerta hablaba Castelar de Historia contemporánea, y decía:
—Estos episodios de la historia contemporánea no los tienen presentes muchos que en cambio se saben de memoria toda la historia antigua. ¿Quién mató á César? Bruto... Nadie lo ignora. Pero nadie sabe quién mató á Prim...
Cánovas le interrumpió diciendo:
—Eso puede que alguno lo sepa también. Quien positivamente lo ha ignorado hasta ahora es la justicia...
La Época, 26/05/1899
 
Con motivo del bicentenario del nacimiento de Prim, en 2012 se formó la llamada Comisión Prim de Investigación dirigida por el periodista Francisco Pérez Abellán, que llevó a cabo una serie de estudios médico forenses del cuerpo momificado del general. Se sabía que el cuerpo de Prim había sido tratado para ser expuesto en la Basílica de Atocha durante los tres días de luto oficial antes de su inhumación. Además, en 1971, cien años después del atentado, se abrió el sepulcro con objeto de trasladar el mausoleo al cementerio municipal de Reus, su lugar de nacimiento. Ya en ese momento se pudo comprobar que el cuerpo se mantenía incorrupto.
 
El doctor Simón ha sido el encargado de embalsamar el cadáver del general Prim, cuya operación ha practicado esta mañana por el sistema de inyeccion.
La Correspondencia de España, 31/12/1870
 
Al abrir el féretro apareció el cadáver con ojos de cristal y vestido con el uniforme de gala de capitán general. La Comisión hizo impactantes fotografías de lo hallado.
El estudio médico legal fue realizado por la Dra. María del Mar Robledo y D. Ioannis Koutsourais.
 
Del minucioso examen forense del cadáver Robledo y Koutsourais, deducen una secuencia de hechos sensiblemente diferente a la versión oficial. Según sus investigaciones, lo mas probable es que el General quedase inconsciente en el momento del atentado debido al dolor y la pérdida de sangre que le causaron las heridas. A su llegada al Palacio de Buenavista, y en contra de la versión oficial, el General no recibió atención médica de ningún tipo y los emplastes que presenta el cadáver no son sino reconstrucciones hechas en el embalsamamiento para dar consistencia al hombro y la mano derecha. Sorpresivamente, además, la momia presenta una herida de arma blanca en la zona superior de la espalda y un profundo surco en el cuello que, lejos de estar relacionado con la ropa que llevaba puesto el cadáver, es compatible con “las lesiones externas características de un estrangulamiento a lazo, siendo esta modalidad de estrangulación de carácter homicida”. Aquella noche era la última oportunidad para matar a Prim, antes de la inminente llegada del Rey Amadeo. Pese al amplio despliegue operativo que organizaron los asesinos, el atentado de la calle del Turco falló y eso era algo que los conjurados no se podían permitir. Así que le remataron, primero acuchillándole por la espalda con una bayoneta y después estrangulándole para evitar así que quedara ningún cabo suelto. Por supuesto nunca recibió atención médica, porque nunca estuvo en el ánimo de quienes le rodeaban salvar su vida.
RAMHG. Valentín de Céspedes Aréchaga. El asesinato de Prim. Revisión de algunos aspectos de lo publicado
 
La Sociedad Bicentenario General Prim 2014 decidió conocer si era cierta la teoría del estrangulamiento, así que contactó con la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense para que volviera a hacer un análisis de la momia de Juan Prim. Tras un estudio exhaustivo, los responsables complutenses presentaron los resultados de su estudio en una rueda de prensa en la Facultad de Medicina de la UCM.
 
La principal conclusión del estudio es que las marcas que presenta el cuello se corresponden con fenómenos post-mortem, debidos a la presión ejercida de forma prolongada, tras la muerte, por la vestimenta. José Antonio Sánchez, director del Museo de Antropología Forense y Criminalística, explicó que en las muertes con lazo suele haber fractura en tiroides y en el cartílago cricoides, algo que no se ve en Prim. Igualmente, Bernardo Perea, médico forense de la Escuela de Medicina Legal, aseguró que no existen signos radiológicos de aplastamiento de ningún tipo, y que lo único que se ve son lesiones traumáticas producidas por armas de fuego. Pérez Abellán, presente en la rueda de prensa, protestó de malas maneras por los resultados, pero cuando terminó la presentación, en lugar de hablar con los científicos, se marchó airado perdiendo una oportunidad de defender su, ahora endeble, hipótesis.
Tribuna Complutense, 30/01/2014

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