Llega la I República

 Alegoría de la República Española. La Flaca, 6 de marzo de 1873

En 1873 España sufría la tercera guerra carlista, la interminable guerra de Cuba y una continua crisis política. El rey Amadeo de Saboya, sintiéndose incapaz de continuar, presentó su abdicación "haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y sucesores".
 
[...] Dos años largos ha que ciño la corona de España y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan y perpetúan los males de la nación, son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cual es la verdadera y más imposible todavía hallar el remedio para tantos males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla [...]
Amadeo. Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873
 
El 11 de febrero, a la una y media del mediodía, llega el documento al Congreso. Abierta la sesión, un secretario lee la renuncia de Amadeo de Saboya. El presidente dispone que se mande un mensaje al Senado para que reunido con el Congreso se tome el acuerdo conveniente. A las cuatro y media el Senado entra en el recinto del Congreso. El presidente del Senado toma asiento a la derecha del presidente del Congreso que declara quedar constituida la Asamblea Nacional de la nación española. El ministro de Estado anuncia que el Gobierno resigna sus poderes en la Cámara y el presidente del Congreso pregunta si las Cortes soberanas admiten la renuncia de D. Amadeo. Los diputados se ponen casi todos de pie en señal de afirmación. El Congreso acuerda inmediatamente dirigir un mensaje a D. Amadeo de Saboya dando cuenta del acuerdo de las Cortes. A tal efecto se elige una delegación para que acuda a palacio a entregar el mensaje y a su regreso se reanuda la sesión.
 
Proclamación de la I República por la Asamblea Nacional. La Ilustración Española y Americana.

El mensaje de contestación, cuya redacción fue atribuida a Castelar, es un texto muy respetuoso, casi afectuoso en algunos momentos:
 
LA ASAMBLEA NACIONAL Á SU MAGESTAD EL REY DON AMADEO I.
Señor; Las Córtes soberanas de la nación española han oído con religioso respeto el elocuente mensaje de V. M., en cuyas caballerosas palabras de rectitud, de honradez, de lealtad, han visto un nuevo testimonio de las altas prendas de inteligencia y de carácter que enaltecen á V. M , y del amor acendrado á esta su segunda pátria, la cual, generosa y valiente, enamorada de su dignidad hasta la superstición, y de su independencia hasta el heroísmo, no puede olvidar, no, que V. M. ha sido jefe del Estado, personificación de su soberanía, autoridad primera dentro de sus leyes, y no puede desconocer que honrando y enalteciendo á V. M., se honra y se enaltece á sí misma.
Señor; Las Córtes [...] se contuvieron dentro del limite de sus prerogativas y respetaron la voluntad de V. M. y los derechos que por nuestro pacto constitucional á V. M. competían. Proclamando esto muy alto y muy claro, para que nunca recaiga sobre su nombre la responsabilidad de este conflicto que aceptamos con dolor, pero que resolveremos con energía, las Córtes declaran unánimamente que V. M. ha sido fiel, fidelísimo guardador de los respetos debidos á las Cámaras; fiel, fidelísimo guardador de los juramentos prestados en el instante en que aceptó V. M. de las manos del pueblo la corona de España, mérito glorioso, gloriosísimo en esta época de ambiciones y de dictaduras
El Pensamiento español, 12/02/1873
 
El tono del mensaje da a entender que le respetan pero que tampoco van a insistir para que se quede.
 
[...] si algún humano fuera capaz de atajar el curso incontrastable de los acontecimientos, V. M., con su educacion constitucional, con su respeto al derecho constituido, los hubiera completa y absolutamente atajado. Las Córtes, penetradas de tal verdad, hubieran hecho, á estar en sus manos, los mayores sacrificios para conseguir que V. M. desistiera de su resolución y retirase su renuncia. Pero el conocimiento que tienen del inquebrantable carácter de V. M., la justicia que hacen á la madurez de sus ideas y á la perseverancias de sus propósitos, impiden á las Córtes rogar á vuestra majestad que vuelva sobre su acuerdo [...] cuando salgamos de las dificultades que trae consigo toda época de transicion y de crisis, el pueblo español, que mientras permanezca V. M. en su noble suelo ha de darle todas las muestras de respeto, de lealtad, de consideración [...] no podrá ofrecer á V. M. una corona en lo porvenir, pero le ofrecerá otra dignidad, la dignidad de ciudadano en el seno de un pueblo independiente y libre.
El Pensamiento español, 12/02/1873
 

Amadeo I se dirigió en tren especial a Lisboa desde donde partió hacia Italia. A pesar de lo dicho en el mensaje, la despedida en la estación fue fría y de eso se quejó un periódico

Es verdaderamente vergonzosa la conducta que con los reyes han observado sus servidores de ayer, y nosotros protestamos contra ella á fuer de caballeros. Ni un ministro, de los que hoy lo son de la república y ayer lo eran de la monarquía, ni una autoridad, ni una comisión bajó á la estación á despedir á los reyes, y sobre todo, á la reina, enferma: de la comision nombrada por el Congreso, solo estaban el Sr. Ulloa, el Sr. Moncasi, el Sr. Seoanne y alguno otro: la frialdad de la atmósfera no era mayor que la frialdad de la despedida: ni siquiera se habia cumplido con el acto rudimentario de cortesía de enviar alguna tropa que custodiase á las reales personas. Dícese que después, á instancias del Sr. Topete, se telegrafió á Aranjuez para que se incorporaran al tren real algunos guardias civiles. Desde su soledad, el rey Amadeo, que ha conocido cuan tristemente rodeado estaba, y que no quiso recibir á alguno de los ex-ministros, ha podido escuchar los vivas á la república de sus consejeros responsables.
La Época, 12/02/1873
 
A partir del momento en que se conoció la abdicación del rey las autoridades tomaron medidas para evitar que se alterase el orden público porque todavía no se sabía lo que iban a hacer las Cortes y era grande la expectación. Incluso la Cruz Roja envió una comisión al presidente del congreso "por si ocurriera algún conflicto y fueran útiles sus servicios".
 
Desde las primeras horas de la mañana de ayer los alrededores del Congreso fueron el punto de reunión de una multitud que, á medida que avanzaba la tarde, crecía en número [...] los grupos llegaban hasta la iglesia llamada de los Italianos, quedando la parte de la Carrera de San Jerónimo que hay desde la mencionada iglesia hasta el Congreso, y la calle del Sordo [actual calle de Zorrilla], completamente obstruidas por la gente [...] como las ordenes dadas á los porteros eran terminantes, y no entraba ni salía nadie en el Congreso que no llevara su correspondiente papeleta [...] los grupos comenzaron á impacientarse, saliendo de entre ellos, á las cinco de la tarde, algunos vivas á la República. El tumulto llegó á tomar tales proporciones, que el señor Figueras se decidió á salir, como lo hizo, arengando á los grupos, y encareciéndoles que tuvieran calma y cordura, pues á nombre de la minoría federal les aseguraba que él y sus compañeros saldrían del Congreso «con la República ó muertos» [...] A las nueve de la noche [...] continuaba la efervescencia y se oian gritos de «¡Viva la República!»
La Iberia, 11/02/1873


Si como decimos anteriormente, el órden no llegó anoche á turbarse, no por eso dejaron de notarse síntomas algún tanto significativos. A la una de la noche hallábanse reunidos en la plaza de Santo Domingo unos grupos como de 30 hombres, que por su ademan y las circunstancias del dia hacían suponer que obedecían á algun pensamiento concreto. Mas tarde fueron retirándose. También en la red de San Luis, á la entrada de las calles da Fuencarral y Hortaleza, vimos un grupo como de unos 40, preparados algunos, según nos pareció, y que más tarde se retiraron. Al decir de las gentes, este grupo lo componía no sabemos qué comité de distrito. Y por último, prescindiendo de los barrios extremos, el punto más concurrido anoche de una á dos, fué la consabida plaza de Antón Martin. A unos 200 se hacía subir el número de los allí congregados, preparados los más, y aún al decir de las gentes, posesionados de algunas esquinas, si bien estos extremos no pudimos comprobarlos.
Sin embargo de esto, la tranquilidad material es absoluta.
El Pensamiento español, 11/02/1873
 

Ese día no se registraron incidentes y el comportamiento pacífico de los madrileños fue alabado por toda la prensa.
 
El dia de ayer fué de ansiedad para el pueblo de Madrid. Desde las primeras horas de la mañana se veían por las calles muchos grupos de curiosos qua discurrían sin dirección fija, comentando en todos sentidos los graves sucesos del dia. La actitud de la población fué tan sensata como pacífica. La plaza de las Cortes, á la hora que nos dirijíamos á la tribuna, estaba llena de gente; pero la Guardia civil, los voluntarios de la Libertad, los agentes de Orden público y algunas fuerzas de cazadores custodiaban las avenidas del Congreso, manteniendo despejada la calle de Floridablanca. Los aparadores de las tiendas y cafés se veían cubiertos, y eran contadísimos los coches particulares que circulaban. La Carrera de San Jerónimo,—como dice La Época,—presentaba el mismo aspecto que en dia de Viernes Santo.
La Iberia, 12/02/1873
 
Causa verdadera admiración á las gentes la frialdad con que ha sido acogida la proclamacion de la república. No podía creerse que en Madrid, donde hay muchos republicanos, donde el pueblo es impresionable, donde las novedades se acogen siempre con calurosas demostraciones, se recibiera con tanta calma un cambio completo de Gobierno y el triunfo de la forma republicana [...] Acaso esta tarde se entreguen las masas republicanas á trasportes de alegría y entusiasmo; mas hasta el presente no hay señal alguna de ello.
El Pensamiento Español, 12/02/1873
 
Al día siguiente, cuando se supo que esa madrugada se había proclamado la República por 256 votos contra 32, las calles empezaron a animarse. Se había proclamado la República, sí, pero no se había decidido si república federal o unitaria; eran dos modelos cuya diferencia tenía una importancia trascendental.
 
A las tres y media ha salido del café Helvético una ciudadana vestida de república federal, con una espada en una mano y una bandera en la otra. Subió en una carretela cubierta de encarnado, cuyos cocheros llevaban gorros frigios y escoltada por varios hombres armados ha recorrido las principales calles. Engrosada esta manifestación con cuatro hombres á caballo y una música á pié ha excitado grandemente la curiosidad del público.
El Pensamiento español, 13/02/1873
 
Proclamación de la República en las calles de Madrid. Le Monde Illustré

En la Puerta del Sol se ha formado un imponente grupo que pedía se proclamase la República federal y la sustitucion de la bandera nacional por la roja. Grupos de mujeres adornadas de lazos rojos, y de estudiantes, han recorrido las calles de la capital dando aclamaciones á la república. No observamos atropello ni desmán alguno, las gentes acostumbradas ya á estos lances y bulliciosos sucesos, no andaban con ese aire de inquietad que inspira miedo al ánimo más sereno. Pero en cambio, tampoco hemos visto verdaderas demostraciones populares, arranques de público júbilo, espontánea y sincera alegría.
El Pensamiento español, 13/02/1873
 
Inmediatamente se planteó una cuestión de gran valor simbólico ¿Cuál iba a ser la bandera de la República Española? Muchos grupos que marchaban por las calles enarbolaban una bandera roja. También ondeaba en muchos edificios, a veces con un gorro frigio de color negro en el centro. Los periódicos avanzaban cómo iba a ser la bandera. La Correspondencia de España afirmaba que se conservarían los colores de la bandera nacional "si bien se suprimirán todos los signos heráldicos en ella". Para el periódico El Gobierno la bandera sería morada, blanca y roja.
 
El Sr. Figueras ha perorado esta tarde en la Puerta del Sol, ha dicho que la bandera encarnada y amarilla, que ha cobijado á la monarquía, no puede ser la de la república [...] Mientras se sustituye con otra, la vieja bandera flota en los edificios públicos, pero agujereada, pues se ha cortado de ella el escudo de las armas españolas.
El Pensamiento español, 13/02/1873
 
A las cuatro y media de la tarde atravesaron la Puerta del Sol dos individuos con una bandera roja, dirigiéndose por la calle de la Montera á la Plaza de Antón Martin. Agregáronseles pronto infinitos curiosos, lo cual produjo alguna alarma, y dió lugar á que se cerraran varias tiendas y casas. En la plaza de Antón Martin les esperaba un numeroso grupo, que prorumpió en vivas á la república al verlos llegar con la bandera, que colocaron en lo más alto de la fuente de dicha plaza con gran algazara y entusiasmo. La actitud era completamente pacifica.
El Pensamiento español, 12/02/1873
 
Dos periódicos pusieron a los lectores en antecedentes sobre los colores de la bandera:
 
El pabellón rojo y amarillo, con las dos terceras partes de este color y la otra rojo, dividido en dos fajas laterales, se estableció por el rey D. Carlos IV como pabellón de guerra para los buques de la armada [...] Espartero, siendo regente, mandó en 1841 que todos los regimientos usasen pabellones en vez de banderas; es decir, el pabellón rojo y amarillo establecido por Carlos IV, si bien ningun regimiento le ha usado con las condiciones de ancho en los colores que hemos indicado mas arriba.
Por lo demás, convenimos en que debe conservarse la actual bandera ó pabellón, y que es una puerilidad y una inconveniencia cuanto se acuerde en contrario.
La Época, 14/02/1873
 
Hace unos treinta años, los colores que se consideraban á propósito para la bandera republicana española eran el verde, el amarillo y el encarnado [...] Y tanto es esto así, que al conceder el regente del reino en 12 de Agosto de 1841 la cruz de distinción por el pronunciamiento del 1º de Setiembre de 1840, se quiso hacer un alarde de republicanismo, ordenando que los ocho brazos dé la cruz estuviesen esmaltados de los colores nacionales, y que la cinta fuese verde, amarilla y encarnada, en tres divisiones iguales. Ignoramos de quién ha partido la iniciativa de los colores morado, blanco y encarnado, que [...] nada significan en España así reunidos.
El Periódico para Todos, nº 15, 15/01/1873
Propuesta de bandera para la República Española

Al escudo de la bandera vigente se le quitó la corona real, pero durante la corta vida de la República no se consiguió aprobar una nueva Constitución ni un posible cambio de los colores de la bandera.
Bandera utilizada durante la I República
 
El primer presidente, con el título de presidente del Poder Ejecutivo, fue Estanislao Figueras que tuvo que enfrentarse al problema de qué modelo republicano se iba a implantar: el de república federal, defendido por él mismo y Pi i Margall, o el de república radical y unitaria, defendido por Castelar y Salmerón. 
¿Cual será? La Flaca, 1 de marzo de 1873

Según se cuenta, tras varios meses de interminables y estériles reuniones de políticos incapaces de llegar a ningún acuerdo, Figueras se levantó de la mesa y dijo «señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros», cogió la puerta y se fue. Al día siguiente, como no conseguían entrar en contacto con él, fueron a su casa y se enteraron de que había montado en un tren y se había ido a Francia donde permaneció un año. Ni siquiera se molestó en presentar su dimisión. Tuvieron que nombrar con urgencia otro presidente, puesto que recayó en Pi i Margall.
 
Cuando estas noticias se comentaban en el Congreso llegó otra aún mucho más grave. El presidente del Poder ejecutivo, Sr. Figueras, el hombre á quien la Cámara en reunión privada había elegido para que formase ministerio, depositando en él su confianza, había huido de Madrid sin explicar siquiera el motivo de su fuga. Esta nueva causó el efecto que era de esperar; el terror se apoderó de todos los ánimos, y las más fuertes censuras se aplicaron al fugitivo jefe del partido republicano español. Ante el peligro que este hecho significaba, la Cámara, en sesión secreta, acordó un ministerio de conciliación con los nombres primeros que se pusieron en lista, sin fijarse siquiera en su talla política, ni en los principios que representaban. Los rumores de insurrección de la guardia civil, y los carteles rojos fijados frente al mismo Congreso, en los que se excitaba al pueblo contra los representantes, acabaron de decidir la cuestión, y un ministerio que dos dias antes hubiera sido ocasión de un tremendo escándalo en el Congreso, fué aprobado casi por unanimidad en sesión pública.
La Independencia Española, 13/06/1873
Estanislao Figueras y Francesc Pi i Margall


 

 

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