1837. Los carlistas a las puertas de Madrid

Carlos María Isidro de Borbón y María Cristina Borbón - Dos Sicilias

En la Primera Guerra Carlista los contendientes eran Carlos María Isidro de Borbón, hermano del fallecido Fernando VII, que se había autotitulado Carlos V y reclamaba el trono de España, y María Cristina de Borbón - Dos Sicilias, viuda de Fernando VII, que era la regente o Reina Gobernadora hasta que su hija Isabel II, alcanzase la mayoría de edad.

Los carlistas dominaban el País Vasco y Navarra, una parte de Cataluña alrededor de Berga y el Maestrazgo entre las provincias de Castellón y Teruel. Para extender por España la insurrección carlista, éstos hicieron varias expediciones militares por la Península; con esto además pretendían distraer recursos de los cristinos —también llamados isabelinos— para aliviar la presión militar sobre el País Vasco y Navarra, su principal zona de influencia.

En julio de 1837 el general carlista Zaratiegui cruza el Ebro y a través de las provincias de Rioja y Burgos llega al Duero. Allí siguiendo el curso del río parece que se dirige a Valladolid mientras es perseguido por el general cristino Méndez Vigo.

El 21 pasó el Ebro cerca de Haro otra espedicion compuesta de 8 batallones y tres escuadrones á las órdenes de Zariategui, que es una de las mejores cabezas que tiene la facción: Se dice que va á Madrid, pero creemos se dirija á la Alcarria ó Buitrago para alarmar la capital. 
El Castellano, 03/08/1837
Expediciones carlistas

Mientras Méndez Vigo se dirige a proteger Valladolid, inesperadamente Zaratiegui tuerce hacia el sur y a marchas forzadas llega a las puertas de Segovia instalándose en Zamarramala.

La ciudad se disponia á defenderse, habiendo colocado algunas piezas de artillería en los puntos mas dominantes y ventajosos de la población. Se transportaron dentro de ella anticipadamente en galeras muchas piezas de paños, y otros efectos de valor de las fábricas que hay en el arrabal, á fin de ponerlo todo á cubierto del pillage de los rebeldes, en el caso que invadiesen las afueras de la ciudad. Un crecido número de tropas se han puesto en movimiento sobre el Real sitio de San Ildefonso, distante dos leguas de Segovia.
La Estafeta, 06/08/1837

Segovia contaba con milicianos nacionales y muy pocas tropas para su defensa. Después de una corta resistencia los primeros carlistas entran en la ciudad por medio de escalas, hay algunos saqueos y cercan el Alcázar donde se encuentran los cadetes del Colegio Militar de Artillería que a las pocas horas negocian una rendición.

San Lorenzo, 5 de agosto.=Se han recibido varios partes de los que resulta que la facción que ha llegado hasta delante de Segovia, ha logrado entrar en esta ciudad, donde añaden que ha tenido dos horas de saqueo. Anoche han dormido aqui 400 hombres de tropa que han salido inmediatamente para alla. Hay un piquete colocado en el Cimborrio que es el punto mas elevado, y desde donde se distinguen todos los caminos. Parece que el fuerte de Segovia se defiende aun aunque con pocas esperanzas de que se sostengan, por que dicen, que no tienen muchas municiones. De este pueblo y los inmediatos marcha toda la gente a ponerse en seguro por miedo de que vengan á hacernos una visita. En la Granja aseguran que hay bastantes tropas, pero inferiores en número á los enemigos, de modo que no es presumible puedan socorer á los sitiados. Las demás que venian persiguiendo á la facción no se sabe donde paran.
La Estafeta, 07/08/1837
Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia

El casi inespugnable Alcázar de Segovia se rindió al fin antes de ayer sin defenderse apenas, y con él ha caído en poder de los facciosos la artillería, las alhajas de varios conventos que estaban allí guardadas, y que hacen subir en valor hasta 700 mil reales y en fin la riqueza de, toda la población que se habia encerrado en el fuerte como único punto seguro. Refiérese de mil modos este acontecimiento y los mas se inclinan á creer que ha habido ó mucha cobardía ó traición. El tiempo es quien puede ponerlo en claro, y hasta tener otros datos suspendemos el juicio. Inútil es relatar las atrocidades y destrozos que han causado los carlistas en Segovia, porque, para saberlos, basta saber que han entrado en la ciudad y en la fortaleza [...] Estas noticias que cundieron desde por la mañana en Madrid, exaltaron los ánimos, y fueron pasando de boca en boca con la exajeracion que es consiguiente. El Ayuntamiento dicen que celebró sesión estraordinaria y anoche parece que se ha reunido la diputación provincial y el consejo de ministros. No obstante que ni la mas remota apariencia de alterarse la tranquilidad ha habido para prevenir un acontecimiento inesperado se ha quedado el primer batallón de Milicia de retén en la plaza y se anunció orden á los alcaldes de barrio para rondar con vecinos honrados.
La Estafeta, 07/08/1837

La noticia de la caída de Segovia causa una extraordinaria alarma en Madrid. Con fecha de 6 de agosto, María Cristina declara en estado de guerra el distrito de la Capitanía general de Castilla la Nueva. La reina debía temer actividades subversivas de los carlistas en Madrid porque declara que algunos delitos pasan durante el estado de guerra, a la jurisdicción del Consejo de guerra ordinario:

Espionage, inteligencia, complicidad ó cooperación con los enemigos; auxilio de cualquier especie prestado á ellos; conjuración, maquinación ú otro acto cualquiera en favor de los mismos [...] Publicación ó propagación de noticias ó especies capaces de desalentar á las tropas ó al público; de provocar entre las primeras la insubordinacion ó la indisciplina; de introducir la desunión en los defensores de la Patria y del Trono; ó de frustrar, impedir, entorpecer ó debilitar las disposiciones que se adopten para la defensa común.
Gaceta de Madrid, 07/08/1837

Para la defensa de Madrid se contaba con la Milicia Nacional y la Guardia Real. La ciudad se divide en 9 distritos y se fijan los puntos de reunión de la milicia en caso de darse la alarma. Estos puntos son: Fuente de Cibeles, calle Fuencarral frente al Hospicio, calle de San Bernardo frente al Noviciado, San Gil —actual plaza de España—, plaza de la Armería, Vistillas, la Fuentecilla de la calle de Toledo y calle de Valencia. El Palacio Real queda defendido por la Guardia Real. Además se previeron columnas de reserva en la plaza de Santo Domingo, Plaza Mayor, Red de San Luis, calle Alcalá frente al Retiro, Paseo del Prado y Plaza de la Cebada. Por último,

La compañía sagrada, compuesta de oficiales sueltos, se situarán en la Puerta del Sol, y las de los vecinos honrados en sus respectivas demarcaciones [...] Queda prohibido desde esta fecha el disparar tiros y coetes dentro de las calles, asi como encender cualquiera clase de combustibles en sitios elevados que puedan servir de señales.
La Estafeta, 11/08/1837

También se ordenó al general Espartero, que estaba en Daroca, que acudiese con su ejército en socorro de Madrid. Todo este despliegue muestra el temor que se había desencadenado y parece que creían que la expedición de Zaratiegui contaba con más efectivos de los que realmente tenía.
Mientras tanto Zaratiegui no muestra intención de seguir avanzando de momento y permanece unos días en Segovia aprovisionándose y reorganizándose. Hasta acuñan moneda con la efigie de Carlos V. Méndez Vigo después de acercarse a reconocer la zona se repliega a Guadarrama.

El capitán jeneral de Castilla la Vieja desde la venta de Lodones, á las dos de la tarde del 5, dice que habiendo sabido al llegar á Santa María de Nieva que la facción ocupaba á Segovia, y que el real alcázar se defendía, se adelantó con la caballería y dos compañías de infantería para hacer un reconocimiento y dar esperanzas á los sitiados. Por nacionales que se le acaban de presentar supo que, á pesar de haber 600 hombres en la ciudad, entraron por la noche 250 facciosos por escalas y franquearon las puertas á los demás, y que á las 11 de la noche del 4 capituló la guarnición del alcázar con solo la condición de ser respetadas las vidas.
La Estafeta, 08/08/1837
Moneda acuñada en Segovia

Zaratiegui avanza hasta San Ildefonso y las tropas cristinas que había allí también se repliegan. La prensa no comprende estos repliegues y se pregunta porqué no atacan a los carlistas.

Segun las noticias que últimamente hemos recibido la faccion continúa en Segovia, ó por mejor decir en Zamarramala, donde tiene fijado el cuartel general, aunque la mayor parte de la fuerza está en el primero de dichos puntos. El general Méndez Vigo con sus tropas se hallaba anoche en Guadarrama, y parece que se venia aproximando hacia la corte, así como el coronel Azpiroz que pernoctó en Torrelodones, viniendo de la venta de la Trinidad [Villalba]. A decir verdad no nos es dado comprender el objeto de estos movimientos, cuando los enemigos están apoderados de un punto fuerte á poco mas de una jornada de Madrid, cuando en él han fijado la residencia con ánimo al parecer de no abandonarle, cuando allí se halla establecida una de las juntas de Castilla, cuando se están proveyendo de víveres y de recursos, y cuando su tranquila marcha desde el Ebro, y su entrada en Segovia han escitado y tienen pendiente la atención y el cuidado de amigos y enemigos.
Eco del Comercio, 09/08/1837
José Elbo Peñuelas. Venta de la Trinidad hacia 1843

Como no hay enfrentamiento militar con los los cristinos, los carlistas poco a poco se van acercando a Madrid.

Capitania general de Castilla la Vieja.= Plana mayor. = Excmo. Sr.: Estando preparándome esta mañana á las ocho para proseguir mi marcha á las Rozas, recibí aviso de las partidas de caballería, que salieron á hacer la descubierta hacia Navacerrada, que los enemigos avanzaban por dicho camino á la venta de la Trinidad en número de dos escuadrones é infanteria, cuya fuerza no podian calcular por las sinuosidades del terreno. Inmediatamente formé la división, y me puse en marcha para pasar el desfiladero y puente de Retamales y situarme en estos campos, como lo he verificado, dispuesto á recibir al enemigo si se atreviese á adelantar. Sus avanzadas se han tiroteado con las mias en la espresada venta de la Trinidad. He enviado a la puerta de Hierro al teniente de artillería don José Alvares Reyero, para que haga se me reúna el escuadrón de Húsares y la batería de la guardia real que se hallan en aquel punto. He hecho avanzar una mitad de caballería sobre Torrelodones para descubrir y observar al enemigo. Espero avisos, según los que obraré y daré parte á V.E. Dios guarde á V.E. muchos años. Campo entre las Rozas y Torrelodones 10 de Agosto de 1837, á las dos y media de la tarde.-=.Excmo. Sr.=Santiago Mendez Vigo
Eco del Comercio, 12/08/1837

El 11 de agosto se produce entre Torrelodones y Las Rozas el choque entre ambos bandos. Los partes militares del ejército cristino se publican en la prensa de Madrid.

El capitán general de Castilla la Vieja desde las Rozas el 11 á las dos y media de la tarde dice que los enemigos se descubrían por el camino de Navacerrada en dirección á las Rozas, y que salía al encuentro. El mismo á las cuatro de la tarde que acababa de descubrir toda la fuerza rebelde en posicion sobre la venta llamada de Lodones, situada entre este pueblo y las Rozas, apoyando su infantería el monte. Un ayudante de campo que salió del de batalla á las seis y media dice que unos y otros quedaban en las mismas posiciones, habiéndose trabado el combate entre las guerrillas, que los enemigos habían reforzado en bastante número; de ambas partes se hacían algunos disparos de cañón. El mismo con igual fecha, á las nueve de la noche, desde el indicado pueblo de las Rozas dice:
Excmo. Sr.: Cuando á las cuatro de la tarde di á V.E. mi último parte, quedaba el enemigo avanzando lentamente en varias columnas, y á poco empezó á jugar su artillería, y se empeñó el fuego de guerrillas. Hice situar en posición la batería de la Guardia Real, y á la caballería en orden de batalla en dos lineas que atravesaban el camino y sostenían los carabineros de Galicia. El principal ataque del enemigo se dirigió sobre el bosque de mi izquierda, que sostuvo bizaramente. El segundo batallón provincial al mando de su comandante accidental el capitán graduado de teniente coronel D. Jacobo Pardo, obligando una vez á que los rebeldes se retirasen en desorden. Estos hallaron muchos obstáculos que vencer en el terreno y en la resistencia del batallón espresado que ocupaba una considerable estension en orden abierto, y estaba sostenido por tres compañías en masa y por el escuadrón de húsares de la Princesa. Nuestra artillería rompió el fuego con su acostumbrado acierto, haciendo callar el de la del enemigo, y obligando á sus masas a ponerse fuera de su alcance. No se me ha ofrecido ocasión de emplear activamente la caballería.
Entrada la noche dispuse el repliegue de las guerrillas, caballería y artillería para apoyarme en la infantería que quedó en posición en estos campos. En este momento me estoy ocupando en hacer trazar el campo en que hemos de vivaquear esta noche, y es el mismo de las Rozas, donde recibiré mañana al enemigo si repite su ataque. Aun no puedo manifestar á V. E. cual ha sido mi pérdida, aunque sé no pasa de 30 hombres heridos, pues solo hemos sido ofendidos por fuegos de guerrilla. No asi el enemigo, en cuyas masas cayeron algunas granadas nuestras. Las grandes guardias avanzadas me avisan en este momento de que las compañías que los enemigos dejaron en el campo de batalla al retirarse lo acaban de hacer igualmente hacia Torrelodones.
El Español, 13/08/1837

Por su parte, los carlistas publican un parte militar en su Gaceta Oficial.

Concentradas las fuerzas enemigas de ámbas Castillas, llegué a descubrirlas en el pueblo de las Rozas á la vista de Madrid con cuyo motivo y apesar de la superioridad numérica con que contaba en todas armas, presenté la batalla en el llano de la arruinada casa de Postas [Las Matas]. El enemigo coronaba una cordillera, por la cual se abre el paso al camino Real y se hace inflanqueable á causa de los barrancos que espiran en el Real sitio del Pardo. Conocida la suma apatía de los rebeldes, traté de escitarlos al combate por medio del fuego de algunas guerrillas que destaque apoyadas de los batallones Valencia, 5º de Castilla, y 4º de Guipúzcoa, las cuales lograron arrojarle de su primera posición, y esto me proporcionó el poder reconocer la segunda en que se hallaba apoyado en un bosque, guarnecido con bastante artilleria y hecho otros preparativos de defensa. Era ya muy larde, y mi objeto reducido á presentar las lanzas y bayonetas de mi REY Don Carlos V delante de la Corte revolucionaria estaba ya cumplido, por cuya razón no quise que avanzasen las tropas. Llegada la noche se replegó el enemigo á las Rozas, dejandome dueño del campo; entonces satisfecho de haber hecho ver al mundo lo que puede un puñado de hombres disciplinados, dispuse acantonarme en el pueblo de Torrelodones, el mas inmediato al campo de batalla. En esta pequeña escaramuza, en la cual solo se emplearon siete compañias, hemos tenido la pérdida de dos muertos, y veinte y nueve heridos, la mayor parte levemente y entre estos un oficial. Los restantes cuerpos de las diferentes armas de que en este parte no hago mención inclusa la caballería, no entraron en acción, y de consiguiente nada sufrieron apesar del mucho fuego de cañon que hicieron los enemigos. — Todo lo que pongo en conocimiento de V. E., por si se digna elevarlo al del REY N.S. Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel general de la fonda de la Trinidad 12 de Agosto de 1837.— Juan Antonio de Zaratiegui.
Gaceta Oficial, Oñate, 25/08/1837
Aureliano de Beruete. Paisaje de Torrelodones. 1891 
 
Al final el encuentro no pasó de ser una escaramuza que incluso llegó a ver la reina con un anteojo según el entonces coronel Fernández de Córdova.

Yo por mi parte monté a caballo y me reuní en Las Rozas al general D. Santiago Mendez Vigo, asistiendo a la acción que sostuvo con el enemigo, que no pasó de las inmediaciones de este pueblo, y que S.M. la Reina presenció con ayuda de anteojo desde los balcones de Palacio.
Fernando Fernández de Córdova. Mis Memorias Íntimas

Al día siguiente, 12 de agosto, el ejército del general Espartero entró en Madrid.

Ayer á las cinco de la tarde llegaron á esta capital y desfilaron por delante de palacio á vista de SS. MM. las valientes tropas al inmediato mando del señor conde de Luchana [general Espartero], compuestas de 11 batallones y algunos escuadrones de lanceros de la guardia, húsares de la princesa y polacos. El aspecto guerrero de las tropas y el buen orden de su marcha escitaron el contento y el entusiasmo de los numerosos espectadores, que por todas partes acudían ansiosos á contemplar el marcial espectaculo, y á complacerse en ver de cerca los atezados rostros de los bizarros vencedores de Bilbao. Los cuerpos desfilaron en columna de honor, dando los vivas á ISABEL II, á la REINA GOBERNADORA y á la CONSTITUCIÓN. El pueblo saludó á los soldados con mil aclamaciones de entusiasmo y de gratitud, y en seguida al bizarro gefe que los manda. Al apearse este para entrar en palacio se vio rodeado de una inmensa muchedumbre que le detuvo larguísimo rato, esclamando en mil vivas á la libertad, á la constitución, al general Espartero, al vencedor de Luchana &c.
Eco del Comercio, 14/08/1837
Antonio Maria Esquivel. El general Espartero. 1841

Asegurada la ciudad de Madrid con el ejército de Espartero, Méndez Vigo procede a expulsar a los carlistas de los lugares que habían ocupado. Entra en un Torrelodones ya evacuado por los carlistas que se dirigen hacia la sierra para pasar a Segovia, no sin abastecerse antes.

Hoy ha entrado en Galapagar una partida corta de rebeldes, y ha recojido el tabaco y dinero que había en el estanco. Algunas mas se nos dice que han estado en Cercedilla y otros pueblos del puerto de Navacerrada á recojer las raciones que tenían pedidas.
Eco del Comercio, 12/08/1837

El ejército de Espartero se acantonó en el Pardo y Pozuelo de Aravaca. Allí la oficialidad de la brigada mandada por Antonio Van Halen se sublevó reclamando un cambio de Gobierno pero Van Halen siguió con solo la tropa y los pocos oficiales que quisieron acompañarle, en dirección a Segovia donde se suponía que estaban los carlistas. Los oficiales sublevados no fueron castigados y la Reina, teniendo en Madrid el apoyo de Espartero, aceptó gustosamente la renuncia de José María Calatrava como presidente del consejo de ministros, quien le había sido impuesto después de la sublevación de la Granja el año anterior a consecuencia de la cual tuvo que reinstaurar la Constitución de 1812.

Las tropas de Zaratiegui se retiraron hacia Segovia, que también abandonaron, y se internaron en Castilla la Vieja. Según los carlistas, esta expedición no tenía por objeto ocupar Madrid —tampoco tenían tropas suficientes para ello— sino atraer hacia Castilla la Vieja al ejército cristino para favorecer a la expedición principal que estaba teniendo lugar, la llamada Expedición Real en la que iba Carlos de Borbón con su jefe de ejército el infante Sebastián de Borbón.
El general Zaratiegui

En mayo de 1837 partió de Estella la Expedición Real. Carlos de Borbón reunió a 12.000 soldados y recorrió Navarra, Aragón, Cataluña y Castilla hasta Madrid. En el transcurso de la larga Expedición Real hubo varias batallas: Huesca y Barbastro (victorias carlistas), Grá y Chiva (victorias cristinas) y finalmente Villar de los Navarros, una rotunda victoria carlista que dejó despejado el camino hacia Madrid. En Alarcón se les unió Cabrera con sus tropas y juntos avanzaron por Tarancón hasta Arganda.

Por la puerta de Alcalá y la de Atocha entraban multitud de carros que conducían á la Milicia Nacional y á soldados de caballería de los depósitos inmediatos, situados en la dirección de los pueblos de Cuenca y Guadalajara. Mucha gente comprometida en ellos se refugiaba en Madrid. La alarma iba en aumento, y todos en realidad participábamos de ella.
Fernando Fernández de Córdova. Mis Memorias Íntimas

¿Para cuando reservamos esa energía, esa actividad que ha de salvarnos si algo nos salva ya? ¿Esperamos para arrepentirnos á que nos veamos al pie de un patíbulo ó en las cabernas de la inquisición? ¡qué error! ¡qué locura!.... El tiempo pasa, las filas enemigas se engruesan, dominan provincias, se apoderan de plazas fortificadas, se aproximan á la capital, ponen en consternacion sus inmediaciones, meditan acaso apoderarse de ellas... y bien ¿qué hacemos nosotros entretanto? ¿en que se ocupa nuestro gobierno? ¿qué fuerzas oponemos á las suyas?... ¿qué esperamos?
El Castellano, 11/09/1837

Por Real Decreto del 11 de setiembre se restablece el del 6 de agosto por el cual se declaró en estado de guerra el distrito de la Capitanía general de Castilla la Nueva. Además se establece la censura militar.

De orden del Excmo. Sr. capitán jeneral se hace saber que todo periódico que hable de movimientos militares, será tratado su editor responsable como si tuviera comunicación con los enemigos, y juzgado en consecuencia por el consejo de guerra; entendiéndose que solo durará esta prohibición mientras dure el estado de guerra en que se halla este distrito.
Diario de Madrid, 13/09/1837

Desde Arganda, Cabrera y el infante Sebastián de Borbón se adelantaron hasta el portazgo de Vallecas a la espera de la orden para entrar en Madrid.
Los carlistas a las puertas de Madrid. A la derecha la iglesia de la Virgen de Atocha.

Nos reunimos con Cabrera en Vallecas y subimos a todo correr a una pequeña colina; entonces pudimos contemplar a nuestros pies el altivo Madrid, silencioso y triste [...] Madrid parecía tan abandonado, tan humillado, tan poco defendido que no teníamos más que abrir sus puertas para hacernos dueños de él [...] Algunos escuadrones de Cabrera avanzaron por la carretera hasta unos mil pasos de la puerta de Atocha; se hicieron dueños del puesto de la Aduana, llamado Cadena del Buen Retiro. Todo permanecía tranquilo; la puerta siguió cerrada y la ciudad como envuelta en un profundo sueño [...] De pronto los tejados y terrazas de Madrid se llenaron, no de soldados, sino de pacíficos habitantes de ambos sexos, que nos miraban con curiosidad. Los rayos del sol reflejaron millares de puntos brillantes que provenían de los anteojos dirigidos hacia nosotros. Después se armó un toldo sobre una terraza del Buen Retiro, Palacio del Emperador Carlos V, y pudimos contemplar una dama vestida de color azul celeste, que, a juzgar por su brillante cortejo, era la viuda de Fernando VII, que estaba mirando a los defensores de su real cuñado.
Bien pronto la puerta de Alcalá se abrió; seis escuadrones de la guardia real de Isabel II salieron al paso y se colocaron entre nosotros y la ciudad; nos contemplamos tranquilamente durante un cuarto de hora, hasta que un escuadrón de granaderos de Don Carlos avanzó por la carretera aceptando el combate. Madrid y nuestro ejército eran espectadores de este duelo. El escuadrón del Turia, que estaba frente a la Aduana, avanzó hacia nuestros granaderos, que fueron arrollados por la violencia del choque. No olvidaré jamás a su coronel, que caracoleaba negligentemente delante de sus soldados; su caballo, blanco como la nieve, cayó al suelo y fué hecho prisionero con 16 soldados y un oficial; el resto volvió bridas y la puerta de Atocha fué el refugio de los fugitivos.
Príncipe Félix Lichnowsky. Recuerdos de la guerra carlista 

Enfrentamiento entre las tropas cristinas y las carlistas el 12 de septiembre de 1837. A la derecha la iglesia de la Virgen de Atocha 

Cuando llegué á la esquina ó ángulo que forman las tapias del Retiro, mi asombro no tuvo límites al considerar todo el ejército enemigo á la vista y todo el peligro que corrían en aquel momento la Reina Gobernadora, sus augustas hijas, el Ministerio, la capital y la causa misma de la libertad. Recordé al propio tiempo la previsión de mi hermano, que creía nuestra causa perdida por un movimiento posible de las fuerzas carlistas, y por la ceguedad de los hombres del Gobierno y del ejército.
El enemigo se presentaba á nuestra vista en la forma siguiente: ocho columnas, cuyas cabezas se veían con claridad, ocultaban su fondo en las alturas que atraviesa el camino de Vallecas. Esta infantería formaba en línea de masas con intervalos de medios batallones y ocupaba el terreno más elevado. Otra columna de caballería apoyábase en el camino real, en el que sólo tenía dos ó tres escuadrones; el resto ocultábase también entre los repliegues del terreno. Pero delante de la posición, al pie de su descenso y apoyados en un espeso olivar, habían desplegado en guerrilla uno ó dos batallones con sus correspondientes reservas, que se tiroteaban contra un escuadrón de granaderos de la Guardia, inmediato al arroyo de Abroñigal: combate inferior para nuestras armas, en el que numerosas guerrillas de infantería se batían contra débiles y reducidas fuerzas montadas y armadas de tercerolas de poquísimo alcance. Las balas llegaban hasta las tropas que tenía á mis órdenes y que había detenido al lado de las tapias del Retiro, por mi propia autoridad, sin ejercer en realidad ninguna. Pero no habiendo allí otro jefe más graduado para cederle el mando, y considerando el inminente riesgo que corría la capital en aquel instante, me decidí á tomarlo yo bajo mi única responsabilidad. Entonces envié un oficial al cuartel de artillería del Retiro para mandar que volviese la batería que momentos antes se había retirado.
[...]
Así estuve largo tiempo, sin que el enemigo se moviese de sus posiciones. Unos y otros nos observábamos por distintas causas. Cabrera parecía esperar el resto de las tropas de D. Carlos ó un movimiento carlista en el interior de la capital. Yo por mi parte no podía adelantar con tan cortas fuerzas. El mando que ejercía me lo había yo mismo adjudicado, y para tomar alguna resolución decisiva faltábame hasta la autoridad moral.
Fernando Fernández de Córdova. Mis Memorias Íntimas
Esquina del Retiro con la Puerta de Atocha en 1830 según la maqueta de Gil de Palacio. Museo de Historia de Madrid

El estado de la capital era imponente. Cerradas casi todas las tiendas y talleres por hallarse sus dueños y operarios en las filas de la Milicia nacional, ó de los patriotas alistados para la defensa de la población, parecia un dia festivo, sin mas diferencia que hallarse á cada paso paisanos que venían de recibir armas, y una calma que es poco común en Madrid. No recordamos un dia de alarma, de los muchos que hemos presenciado en estos últimos tiempos, en que haya habido igual tranquilidad.
Gaceta de Madrid, 14/09/1837

Las tropas acamparon delante de Madrid; cada minuto se hacía largo como una hora, y este 12 de septiembre de 1837, que hubiera podido cambiar la faz a la mitad del mundo, tiene un lugar en la historia como ejemplo inaudito de la más amarga decepción. Cabrera se asemejaba a un león enfurecido y conjuraba al Infante para que ordenara el asalto sin perder momento y sin comunicarlo al Rey hasta que la villa estuviera tomada. Se enviaron ayudantes de campo, uno tras otro, al campo real para obtener un consentimiento tan ardientemente deseado.
¡Por fin a las ocho de la tarde llegó la orden de retirar todas las avanzadas y de volverse a Arganda!
Príncipe Félix Lichnowsky. Recuerdos de la guerra carlista 
Daguerrotipo del general carlista Ramón Cabrera. 1850

Cabrera se desesperaba porque pasaban las horas y no recibía la orden de atacar y entrar en Madrid, pero es que había algo que Cabrera no sabía. Parece que el objetivo de esta expedición no era militar sino político. Según un documento hallado en el archivo de Carlos de Borbón, la asustada reina regente María Cristina había negociado secretamente desde hacía meses con el pretendiente ante el miedo a perder el trono a manos de los radicales que tras sublevarse en 1836 le habían impuesto la Constitución de Cádiz. La Junta Carlista de Madrid había impreso clandestinamente una proclama, la cual fue repartida furtivamente entre algunos de sus miembros y que el historiador liberal Antonio Pirala consultó en el archivo de don Carlos, actualmente en la Real Academia de la Historia. Quizá no llegó a circular por la capital.

Castellanos: las armas vencedoras del invicto Carlos, se preparan a venir sobre la capital del reino, para salvaros del ominoso yugo de un puñado de ambiciosos y cobardes, manchados con todos los crímenes más horrorosos. El general de nuestro siglo, el vencedor de Morella [Cabrera], ocupará muy en breve esta corte, pero no temáis; todo está definitivamente arreglado, por la mediación de las potencias del Norte: el príncipe de Asturias empuñará el cetro español, que su augusto padre le cede, conservando el gobierno de la Monarquía; la hija de Fernando VII será su esposa, y la augusta viuda [María Cristina] marchará a Italia a disfrutar lo que de derecho la corresponde. Olvido de los errores pasados, indulto de los delitos políticos, reconciliación sincera entre los partidos, asegurará para siempre la paz, el orden y la justicia, de que tanto necesita esta desgraciada Monarquía, harto trabajada por los horrores de una guerra fratricida y asoladora.
Castellanos: oíd la voz de la razón y de la clemencia; una sola bandera tiene España, rey, religión, y patria, bajo ella pueden acogerse todos los hombres amantes de la prosperidad nacional.
Antonio Pirala. Historia de la Guerra Civil y de los partidos Liberal y Carlista

Según el acuerdo, la Reina María Cristina debía salir de Madrid con sus hijas y reunirse con Carlos de Borbón que la estaba esperando, pero al cabo de unas horas los pocos dirigentes carlistas que se encontraban al tanto del proyecto de transacción debieron comprender que, por el motivo que fuese, la Reina María Cristina no se iba a presentar en sus filas. No solo eso sino que visitó a los defensores de Madrid para infundirles ánimo. Antes, el general Isidro que estaba a cargo de la Puerta de Atocha y que tenía instrucciones de permitir el paso de las tropas carlistas, había sido relevado de ese puesto por orden de María Cristina.

Ayer salió por tarde en carretela descubierta y sin escolta alguna S.M. la augusta Reina Gobernadora, acompañada de sus escelsas hijas doña Isabel II y doña Fernanda. Recorrió la mayor parte de los barrios de la capital y puntos ocupados por tropas y milicia nacional, inspirando en todas partes el mayor entusiasmo espresado por las mas vehementes y reiteradas aclamaciones que jamás se vieron en Madrid.
El Castellano, 13/09/1837
Mariano Fortuny. La reina María Cristina y su hija Isabel II pasando revista a las baterías de artillería que defendían Madrid en 1837

Es probable que la proclama de Carlos de Borbón hubiese sido interceptada y que a eso se refiriese el diputado Sr. Infante en la sesión de las Cortes del 11 de setiembre.

Estoy de acuerdo con su señoria en que dentro de la capital es donde acaso se promueven los males que han traido hasta cerca de ella á don Carlos; pero sobre esto ¿no habrá tomado el gobierno disposiciones? Hace pocas noches que tomó una que aunque no resulte ningun cargo contra los culpables, yo tengo ei convencimento moral de que ha hecho un gran servicio a la capital, porque destruyó las tramas de nuestros enemigos. No se podrá convencer de culpables quiza a los que han sido detenidos; pero yo he visto ciertos documentos, y de ellos infiero moralmente que aquellos eran tan conspiradores como los que estan con don Carlos.
Cortes Constituyentes de la Nación Española. Diario Oficial de las sesiones de setiembre de 1837.

Un indicio de que la proclama no llegó a circular es que el periódico Eco de la Razón y de la Justicia, simpatizante carlista, publicó en Madrid dos artículos en los que en uno atacaba a las Cortes por no apoyar al pretendiente y en el otro contaba un proyecto para apartar a Isabel II del trono que no era el que aparece en la proclama. No he hallado estos artículos que fueron citados por Eco del Comercio.

Otro artículo con el epígrafe de comunicado importantísimo trae el mismo número; y es á la verdad importantísimo, pues como se propuso echar el resto, no ha perdonado medio para su objeto. Este articulo, todo frances y en el interés de aquel monarca, en el sentido en que este interés se entiende en los salones de la corte, está fundado en la noticia de que el duque de Aumale [Enrique de Orleans], quinto hijo del rey de los franceses, habrá de casarse con nuestra legítima reina la señora doña Isabel II, según el convenio cuyos preliminares dice haberse firmado, por noticias que se dan por ciertas en los salones diplomáticos de esta corte.
Eco del Comercio, 12/09/1837

El órgano oficial carlista también contribuía con un rumor para aumentar los temores de la Reina Gobernadora.

hay un proyecto muy avanzado para separar de los negocios á María Cristina, o a lo menos para agregarle cuatro personas que compongan la regencia, dejándola en este caso una presidencia nominal. El plan es de Fermin Caballero, de acuerdo con la mayoría de las cortes. El punto se ventilará en sesión secreta. Los candidatos para la regencia son Arguelles, Gil de la Cuadra, Sancho y Caballero. Todos pertenecen al partido de Mendizabal.
Gaceta Oficial, Oñate, 15/09/1837

Por horas la situación se estaba tornando difícil para el pretendiente porque el general Espartero con su ejército había llegado a Alcalá de Henares y los carlistas no podían intentar entrar en Madrid sin antes haber eliminado esa amenaza militar tan cercana; tampoco había visos de producirse una insurrección carlista en la ciudad. Después de la vuelta a Arganda y deliberar esa noche con sus consejeros, la retirada de Madrid se confirmó cuando al día siguiente los oficiales carlistas ordenaron a sus soldados emprender la marcha hacia Mondéjar mientras la división de Cabrera marchaba a Pastrana. Desde Mondéjar la expedición real pasa por Santorcaz, es hostigada por la caballería de Espartero en Anchuelo y dispersada a cañonazos en Aranzueque.
Bandera de Cabrera

El órgano oficial carlista se resiste a publicar que Carlos de Borbón se ha retirado cuando estaba a las puertas de la capital y lo justifica aparentando ignorancia de lo que sucede: faltan ya cuatro correos de Madrid dice. Finalmente lo cuenta sin dar detalles y despreciando a Espartero.

El Cuartel Real, dejando la posición de Arganda, se dirigió á Mondejar el dia 15; el 18 se puso en marcha para Brihuega, sin que se sepa el objeto de este movimiento. El 19 un escuadrón de caballería y seis compañías de infantería destacadas del cuartel general de Espartero atacaron en Aranzueque á cinco compañías de un batallón realista aragonés, que se defendieron bizarramente; pero tuvieron que retirarse por no tener mas que 40 caballos que las protegieran. Este es el encuentro que motivó el repique general de campanas, salvas y otras demostraciones. Espartero da un parte equívoco para engañar al público, como lo tiene de costumbre.
Gaceta Oficial, Oñate, 03/10/1837

A partir de aquí la expedición fue cruzando Castilla hasta reunirse en Aranda de Duero con la otra expedición carlista dirigida por el general Zaratiegui. Ante el acoso al que les sometieron las tropas de Espartero, Carlos de Borbón divide la expedición en dos grupos, uno bajo el mando del infante Don Sebastián y otro bajo su propio mando. El 26 de octubre entraba el pretendiente junto a 5.000 hombres en territorio carlista poniendo fin a la expedición.

¿Por qué María Cristina no se presentó ante las fuerzas carlistas? Porque la sublevación de los oficiales en Pozuelo y Aravaca y el apoyo de Espartero le habían demostrado que aún podía contar con la adhesión de un importante sector del ejército para promover una conspiración moderada que expulsó a los liberales exaltados Calatrava y Mendizábal del gobierno. Conseguido esto ya no resultaba necesaria una transacción con Carlos de Borbón.
La Reina Regente María Cristina recorre la línea de defensa madrileña animando a la resistencia a la Milicia Nacional frente a las tropas de don Carlos

Nada más efectuarse la retirada del pretendiente, Maria Cristina comunicó al capitán general de Castilla la Nueva su agradecimiento.

Adición á la orden jeneral de la plaza de hoy 13 de setiembre de 1837
Al recibir á las 8 de esta noche la orden de S.M. la Reina Gobernadora, ha tenido á bien prevenirme manifieste á los cuerpos de esta guarnición y de su benemérita Milicia Nacional, cuan satisfecha se halla de la lealtad, decisión y bizarría con que se han presentado para combatir al príncipe rebelde y sus secuaces, defendiendo el trono de su augusta Hija y la Constitución [de 1837]. S.M. me manda les dé á todos las gracias en su real nombre, y muy particularmente á los Nacionales de los pueblos comarcanos que abandonando sus familias é intereses han corrido á la capital en defensa de tan sagrados objetos, cuya noble conducta y patriótico desprendimiento son dignos del mayor aprecio y de la tierna solicitud con que S.M. desea recompensarlos.
Antonio Quiroga
Diario de Avisos de Madrid, 14/09/1837