En torno a Larra y Dolores Armijo

José Gutiérrez de la Vega y Bocanegra, Mariano José de Larra c.1835. Museo del Romanticismo

Larra se suicidó el 13 de febrero de 1837, lunes... Siempre se ha dicho que era lunes de Carnaval pero según los periódicos el carnaval se había celebrado la semana anterior.
 
... la muchisima gente que recorría las calles, la numerosa concurrencia del Prado, las ratificaciones de los muchos tratados amorosos, los infinitos bailes de máscaras y el sentimiento que muchos tienen de no ir á ellos ó ir y no divertirse, se tendrá una cabal idea de lo que ha sido el domingo de carnaval en Madrid el año de gracia de 1837.
Revista nacional, 06/02/1837
 
Hoy martes de carnaval se alquilan dominós á 6, 8 y 10 rs. en la puerta del Sol número 6, junto á la loteria, cuarto tercero.
Diario de avisos de Madrid, 07/02/1837
 
El 12 de febrero, el día anterior a la muerte de Larra, se publica una composicion anunciando el fin del carnaval y el comienzo de la Cuaresma. La primera estrofa nos suena ahora extrañamente premonitoria de otra campana de la que hablará Zorrilla pocos días después.
 
Con alegre carnaval / empezaba la semana; / mas la tétrica campana / ha mudado ya de son. / Kirie eleyson / Kriste eleyson
Semanario Pintoresco Español, 12/02/1837
 
El nombre de la supuesta amante de Larra, Dolores Armijo, fue dado a conocer públicamente por Carmen de Burgos Colombine que escribió un libro sobre Larra después de entrevistarse con sus sucesores y descubrir objetos de Larra guardados por la familia, entre ellos documentación inédita.
Posible retrato de Dolores Armijo. Museo del Romanticismo

El día 13 muy temprano Larra recibe carta de Dolores Armijo anunciándole su visita. Larra contesta con una nota:
 
He recibido tu carta. Gracias, gracias por todo. Me parece que si pudieran ustedes venir tu amiga y tu a la noche hablaríamos y acaso sería posible convenirnos. En este momento no sé qué hacer, estoy aburrido y no puedo resistir a la calumnia y a la infamia. Tuyo.
Carmen de Burgos Colombine. Fígaro (revelaciones, "ella" descubierta, epistolario inédito). Imprenta de "Alrededor del Mundo". 1919
  
Eugenio de Larra, tío del escritor, narró los hechos de aquel día en una carta dirigida a su hermano cuatro días después.
 
El 13, por la mañana, se manifestó muy diligente aquel infeliz con sus criados, previniéndoles limpiasen toda la casa, encendiesen más braseros, etc.: estaba, al parecer, más contento que otros días, muy agradable con la familia, y se vistió con la mayor elegancia, cortado y rizado el pelo de peluquero; a cosa de las tres de la tarde fué a visitar a Pepita en la casa en que se hallaba establecida de común acuerdo; observando ésta su alegría, diferente del estado que manifestaba hacía días, en que estaba triste, pensativo y hablando siempre de la muerte, le indicó sus deseos de ir a ver a Adelita aquella noche, a lo que replicó el difunto lo suspendiese hasta el día siguiente, que se la mandaría a comer y vendría él a los postres, a pretexto de estar ocupado esta noche con dos amigos en su casa.
 
A cosa de las siete y media de la misma (según consta de declaración de los criados) se presentaron en ella dos señoras, una más anciana que otra. La voz pública designa a la segunda por doña Dolores Armijo de Cambronero, quienes, después de una conversación acalorada, según los gritos que se percibieron, a cosa de las ocho, a consecuencia de un campanillazo, dió orden Mariano a su criado para que las acompañase; marcharon, cerrando él en seguida con un gran golpe las dos puertas intermedias a su despacho; a pocos momentos, y antes que regresara aquél (a quien despidieron ellas cerca de Santiago), oyó la criada un ruido confuso, que atribuyó a haber derribado su amo el velador con el juego de café, por ir acompañado del que produce la caída como de vidrios; así se lo manifestó al criado, añadiéndole: “¡Jesús, qué de mal humor ha dejado al amo esa visita.” Pero no atreviéndose a entrar sin ser llamados, según sus órdenes, aguardaron a que acabase de cenar la niña, y entró el criado con ella a dar las buenas noches a papá, según costumbre, a quien encontraron cadáver, tendido en medio de su despacho. El criado, asustado, y la niña gritando, salieron despavoridos y se lo dijeron a la criada, avisando en seguida al ministro de Gracia y Justicia, que vivía debajo.
 
En el reconocimiento practicado por los facultativos ha aparecido el papel cuya copia es adjunta, el que, según noticias y presunciones fundadas, fué escrito pocos días antes al tratar de un desafio a muerte por esa misma mujer que no llegó a verificarse.
La autoridad judicial, como es indispensable en esos casos, tomó conocimiento desde el principio de tan desastroso suceso y llenó completamente sus deberes, no pudiendo nadie mezclarse hasta que concluyó sus funciones.
Carmen de Burgos Colombine. Fígaro (revelaciones, "ella" descubierta, epistolario inédito). Imprenta de "Alrededor del Mundo". 1919
 
Si el marido de Dolores Armijo se había separado de ella y marchado a Filipinas, ese desafío a muerte ¿fue con un pretendiente o amante de Dolores? Es posible que esto la asustase y la impulsase a ver a Larra para romper con él definitivamente y tratar de evitar el duelo. Larra tenía un estuche con un par de pistolas, algo habitual entre los caballeros de la época. No las tenían como defensa personal sino para el caso de que surgiese un lance de honor, un duelo. Dado que en los duelos los padrinos solían examinar las armas y las cargaban, es improbable que las pistolas de Larra estuviesen cargadas.
Pistolas de Larra. Museo del Romanticismo

Se ha dicho que Dolores oyó el disparo bajando las escaleras desde el segundo piso, pero para cuando Larra tras unos momentos de desesperación, decidió suicidarse, cargó la pistola y disparó, Dolores debía estar ya en la calle. Además, dentro del propio piso tampoco oyeron claramente el disparo sino un estrépito de cosas que caían, incluyendo algunos cristales a la calle. Es probable que en la calle las dos mujeres acompañadas por Pedro el criado oyesen el ruido provocado por la furia de Larra. Sería en ese momento cuando Dolores según Colombine dijo: «Vuélvase usted... vuélvase, Pedro. Pueden necesitarlo...»
 
Cuenta un descendiente de Larra que un banderillero que pasaba por la calle debió notar la agitación en la casa, se enteró de la muerte de Larra y divulgó la noticia.
 
Un conocido banderillero que pasaba en ese momento por la calle, "Mirandita", corrió al centro de Madrid para dar la noticia. Todos quedaron estupefactos al conocer su muerte. ¡Larra se ha "tirado" un tiro! ¡Un poeta tan joven, no es posible!
Jesús Miranda de Larra. Larra: Biografía de un hombre desesperado
 
La prensa en un primer momento no quiso decir la causa del suicidio, aunque poco después decía que se debía a un "desengaño amoroso" pero sin llegar a decir el nombre de la mujer. 
 
A las ocho menos cuarto de la noche de antes de ayer se suicidó de un pistoletazo nuestro distinguido escritor don Mariano José de Larra, bien conocido en el mundo literario por sus muchas y preciosas producciones, y cuya pérdida habrán de lamentar eternamente todos los que sepan apreciar nuestras glorias literarias, que tanto lustre han adquirido con las obras de este desgraciado joven. No nos atrevemos por delicadeza á manifestar la causa que ha motivado esta catástrofe.
Noticiosos sus muchos amigos de que habia de enterrarse su cadáver en la mañana de hoy y en sepultura de misericordia, por no haberse dado disposición alguna por ninguno de sus parientes para que se efectuase con el decoro debido á uno de nuestros primeros ingenios; se decidieron á costearle su entierro y sepultura, que tendrá efecto á las cuatro de la tarde de hoy, saliendo de la iglesia de Santiago donde está depositado, acompañándole hasta su última morada la juventud literaria de Madrid.
Eco del Comercio, 15/02/1837
 
Un periódico explica porqué Larra habría sido enterrado en una sepultura de caridad si no llegan a intervenir sus admiradores. Además, Pepita Wetoret, la mujer de Larra de la que estaba separado, se encontraba en mala situación económica.
 
... escepto la viuda, cuya situación, como se deja conocer, no le permitía atender á tales disposiciones, los demás parientes no tuvieron noticia de aquel funesto acantecimiento hasta pasadas 24 horas; y los padres, que sin duda eran los mas interesados, se hallan en Navalcarnero. Por esta causa no pudo ninguno personarse á tiempo y acordar lo necesario para dar sepultura al cadáver.
Eco del comercio, 18/02/1837
 
Parece que la viuda del malogrado Larra se ha presentado á S. M., de quien ha sido recibida con el mayor agrado, habiéndole hecho la augusta Cristina la promesa de que uno de sus hijos [el varón] será educado á costa de S. M. 
El Guardia nacional, 24/03/1837

Luis Mariano y Adela de Larra y Wetoret

Aparecen en la prensa algunas envidias y enemistades y por unos contradictorios comentarios de Roca de Togores se inicia una polémica en la que intervienen Revista NacionalEl Español y Eco del Comercio. Pero sobre todo Larra es muy atacado por haber optado por el suicidio.
 
El joven don Mariano Josa de Larra conocido del público con el nombre de Fígaro, tubo la humorada la noche del 13 del actual de saltarse los sesos de un pistoletazo. Los títulos de aprecio que habia merecido hasta entonces á sus conciudadanos, como escritor público de un mérito mas que regular, han sido deslustrados de un solo golpe al cometer un crimen acaso el mas contrario á la sana moral y de un egemplo perniciosísimo cuyo recuerdo debe escitar un justo horror al delito, al paso que mueve á compadecer al desgraciado delincuente.
El Mata-moscas, 19/02/1837
 
No indicaremos nosotros los motivos que le impulsaron, á tan violenta resolución: muévenos á ello la delicadeza y un sentimiento de compasión hacia aquel, que adornado de un talento brillante, no tuvo el suficiente para sobreponerse á las pasiones, y pereció víctima de ellas [...] Asi es la vida humana. Su exterioridad resplandeciendo con acciones generosas y sentimientos elevados es un sepulcro cubierto con una losa magnífica, que oculta dentro podredumbre y hediondez. Ideas exageradas ó una fantasía acalorada llevaron á Larra al sepulcro, que abrió con sus propias manos sin acordarse de que su vida no era suya, que debia consagrarla á su patria y á sus hijos; que su ejemplo seria tal vez pernicioso á esa sociedad, no tan estúpida ni tan corrompida como se pretende, y en la que aun brillan virtudes y sentimientos nobles á la par de acciones desinteresadas. ¿Y era asi como pretendía corregir los vicios?.,... ¿Asi como quiso demostrar la exactitud de sus doctrinas?....; Por fortuna esa sociedad, que se calumnia, que se llama estúpida y corrompida, no está tan desprovista de ilustración y de virtud que no se aparte de un ejemplo vivo de demencia, ni deje de reprobar altamente un acto que, si mueve á compasión, causa también horror, y estremece a la naturaleza.
¿Qué buscaba Larra en el mundo, que no hallaba?... ¿No era padre, no era esposo?... ¿No tenía que cumplir con estas sagradas obligaciones?... ¿No encontró un amigo á quien amar? [...] su muerte ha echado un borron á su gloria: su sangre vertida por él mismo, ha caido sobre sus obras y las ha deslustrado. Ha sido cual la mancha en la honra de una muger que nada es capaz de borrarla.
Gaceta de Madrid, 04/03/1837
Levita que perteneció a Larra. Museo del Romanticismo
 
Mesonero Romanos, que había hablado con Larra el día de su muerte, contó en sus memorias la impresión que le causó la noticia del suicidio.
 
El día 13 de Febrero de 1837 me hacía una de sus frecuentes visitas D. Mariano José de Larra, el ingenioso Fígaro, que siempre me manifestó decidida inclinación, y en esta, como en todas nuestras entrevistas, giró la conversación sobre materias literarias, sobre nuestros propios escritos, sin celos ni emulación de ninguna especie, si bien asomando siempre en las palabras de Larra aquel escepticismo que le dominaba, y en sus labios aquella sarcástica sonrisa que nunca pudo echar de sí, y que yo procuraba en vano combatir con mis bromas festivas y mi halagüeña persuasiva: aquel día, empero, le hallé más templado que de costumbre, y animado, además, hablándome del proyecto de un drama que tenía ya bosquejado, en que quería presentar en la escena al inmortal Quevedo, y hasta me invitó a su colaboración, que yo rehusé por mi poca inclinación a los trabajos colectivos; pero en ninguna de sus palabras pude vislumbrar la más leve preocupación extraña, y hubiérale instado, como otros días, a quedarse a almorzar conmigo, si ya no lo hubiera hecho por ser pasada la hora.
¡Cuál no sería mi asombro a la mañana siguiente, al presentárseme D. Manuel Delgado (el famoso editor que hizo su fortuna a costa de todos los ingenios de aquella época), diciéndome que la noche anterior, es decir, la del mismo día 13, en que había estado en mi casa, se había suicidado Larra en su propia habitación, calle de Santa Clara, número 3, y que él (Delgado) y otros amigos se habían encargado de tributarle los fúnebres honores, para lo cual allegaban en el acto por suscrición los fondos necesarios! -Contribuí, pues, inmediatamente, y en la misma tarde del 14 estábamos reunidos todos los amantes de las letras, o por mejor decir, toda la juventud madrileña, en la parroquia de Santiago, ante el sangriento cadáver del malogrado Fígaro; colocado que fue en un carro fúnebre, sobre el que se ostentaban cien coronas en torno de sus preciados escritos, seguimos todos a pie, enlutados y llenos de sincero dolor, tributando de este modo el primer homenaje público, acaso desde Lope de Vega, rendido entre nosotros al ingenio. Y llegados que fuimos al camposanto de la puerta de Fuencarral, y antes de introducir el ataúd en su modesto nicho, D. Mariano Roca de Togores (actual marqués de Molins) pronunció algunas sentidas frases en loor del desdichado suicida. Adelantose luego con tímido continente un joven, un niño aún, pálido, macilento, de breve persona y melancólica voz; pidió permiso para leer una composición, y obtenido, hízolo de un modo solemne, patético, en aquellos versos que empiezan:
«Ese vago clamor que rasga el viento 
Es el son funeral de una campana!!...
Aquella sentida composición sorprendió a los circunstantes; aquel niño inspirado hizo vibrar las fibras de nuestros corazones, y el nombre de José Zorrilla, circulando de boca en boca, consiguió inspirar desde aquel instante las mayores simpatías.
Mesonero Romanos. Memorias de un setentón. Capítulo XII
La versión del propio Zorrilla se publicó primero en El Imparcial y después incluida en sus memorias "Recuerdos del tiempo viejo".
 
Abordónos Joaquin Massard, que por Pedro Madrazo nos conocía, y nos dio de repente la noticia de que Larra se habia suicidado al anochecer del dia anterior. Dejónos estupefactos semejante noticia, y asombróle á él que ignorásemos lo que todo Madrid sabia, é invitónos á ir con él á ver el cadáver de Larra depositado en la bóveda de Santiago. Aceptamos y fuimos. Massard conocía á todo el mundo y tenia entrada en todas partes. Bajamos á la bóveda, contemplamos al muerto, á quien yo veia por primera vez, á todo nuestro despacio, admirándonos la casi imperceptible huella que habia dejado junto á su oreja derecha la bala que le dio muerte; cortóle Alvarez un mechón de cabellos y volvímonos á la Biblioteca, bajo la impresión indefinible que dejaban en nosotros la vista de tal cadáver y el relato de tal suceso
Iglesia de Santiago donde estuvo el velatorio de Larra
 

Joaquin Massard, que en todo pensaba y de todo sacaba partido, me dijo al salir:
—Sé por Pedro Madrazo que V. hace versos.
—Sí, señor, le respondí.
—¿Querría V. hacer unos á Larra? repuso entablando su cuestión sin rodeos; y viéndome vacilar, añadió: «yo los haría insertar en un periódico, y tal vez pudieran valer algo.» Ocurrióme á mí lo poco que me valdrían con mi padre, desterrado y realista, unos versos hechos á un hombre tan de progreso y de tal manera muerto; y dije á Massard que yo haría los versos, pero que él los firmaría. Avínose él, y convíneme yo; prometíselos para la mañana siguiente á las doce en la Biblioteca; y despidiéndonos á sus puertas, echó Massard hacia la plazuela del Cordón donde moraba, y Alvarez y yo por la cuesta de Santo Domingo á vagar como de costumbre. Pensé yo al anochecer en los prometidos versos y fuíme temprano al zaquizamí, donde mi cestero me albergaba con su mujer y dos chicos, que eran tres harpías de tres distintas edades. No me acuerdo si cenamos: pero después de acostados, metíme yo en mi mechinal, con una vela que á propósito habia comprado. En aquella casa no se sabia lo que era papel, pluma ni tinta; pero habia mimbres puestos en tinte azul, y tenia yo en mi bolsillo la cartera del capitán con su libro de memorias. Hice un kalam de un mimbre como lo hacen los árabes de un carrizo y tomando por tinta el tinte azul en que los mimbres se teñían. ... Hé aquí, Sr. Velarde, cómo se hicieron aquellos versos, cuya copia trasladé á un papel en casa de Miguel Alvarez á la mañana siguiente, y partí á entregar mi carta al director de El Mundo.
[...]
Así, el más triste de los que íbamos en aquel entierro, marchaba yo en él, envuelto en un sur tout de Jacinto Salas, llevando bajo él un pantalón de Fernando de la Vera, un chaleco de abrigo de su primo Pepe Mateos, una gran corbata de un fachendoso primo mio, y un sombrero y unas botas de no recuerdo quiénes; llevando únicamente propios conmigo mis negros pensamientos, mis negras pesadumbres y mi negra y larguísima cabellera.
El Imparcial, 20/10/1879
 
La famosa escena del cementerio la cuenta Zorrilla de esta forma:
 
El silencio era absoluto: el público, el más á propósito y el mejor preparado; la escena solemne y la ocasión sin par. Tenia yo entonces una voz juvenil, fresca y argentinamente timbrada, y una manera nunca oida de recitar, y rompí á leer pero según iba leyendo aquellos mis tan mal hilvanados versos, iba leyendo en los semblantes de los que absortos me rodeaban, el asombro que mi aparición y mi voz les causaba. Imaginéme que Dios me deparaba aquel extraño escenario, aquel auditorio tan unísono con mi palabra, y aquella ocasión tan propicia y excepcional, para que antes del año realizase yo mis dos irrealizables delirios: creí ya imposible que mi padre y mi amada no oyesen la voz de mi fama, cuyas alas veia yo levantarse desde aquel cementerio, y vi el porvenir luminoso y el cielo abierto y se me embargó la voz y se arrasaron mis ojos en lágrimas y Roca de Togores, junto á quien me hallaba, concluyó de leer mis versos.
El Imparcial, 20/10/1879
Placa en la esquina de la calle Fernández de los Rios con Escosura donde aproximadamente estuvo el Cementerio del Norte

Siempre se ha contado que la lectura de los versos de Zorrilla se produjo espontáneamente en el último minuto cuando terminados los discursos iba a introducirse el féretro en el nicho. Pero al menos Roca de Togores estaba avisado. En 1920 se publicaron unos papeles de Joaquín Massard, el amigo italiano de Zorrilla que le acompañó en el entierro de Larra. En el borrador de una carta a Zorrilla durante la permanencia de éste en Italia, Massard, después de disculparse por su mal español, hace la siguiente descripción:
 
Un féretro se aviaba por el cementerio de Fuencarral, una imensa multitud de gente y artistas y pintores y escritores y poetas, en fin, todo lo que había en España y en Madrid de más escojido en letras y bellas artes, en la multitud marchaba inobservado ó más bien desconocido un joven que se apoyaba sobre el brazo de su amigo italiano por quien había compuesto la poesía por la muerte de Larra; composición que el amigo italiano escrupulosamente guardaba en su faltriquera. Durante el camino el joven italiano suelta el brazo de su amigo Pepe para sondar en aquella turba de ingenios qué se pensaba hacer en el momento en que el cadáver hubiese llegado á su postrera mansión; todos se encojieron de hombros y no sabían qué contestar, y primeros entre ellos Eugenio de Ochoa, los Madrazos y Roca Togores; entonces el italiano saca de su bolsillo el papel arugado que escrupulosamente guardaba, en que su amigo Zorrilla le había escrito la composición, y mostrándole á los sobredichos les dijo que el amigo Zorrilla para él había escrito aquellos versos; entonces fué que más bien por educación que por íntimo convencimiento del verdadero mérito, contestaron al joven italiano que Zorrilla no habiendo otra cosa preparada para aquella circunstancia imprevisa hubiese leído sus versos.
—Querido Pepe, tú sabes lo que pasó en aquella tarde y luego en aquella noche y el tiempo y los días después. Sólo el italiano quedó en la sombra con los hojos llenos de lágrimas de ternura y cariño que tenía por el joven poeta á quien en los días de su soledad y abandono había sabido confortar con una palabra de consuelo y cariño.
Narciso Alonso Cortés. Zorrilla su vida y sus obras. Excmo. Ayuntamiento de Valladolid. 1920
Actual tumba de Larra en la Sacramental de San Justo

Dolores Armijo Carrero nació en 1811 y se casó a los dieciocho años con el teniente de caballería de 27 años José María Cambronero García, hijo de un famoso jurisconsulto. Éste tenía como primer pasante a Juan Bautista Alonso que además de abogado era poeta. Probablemente a través de él fue como se conocieron Larra y Dolores Armijo en alguna reunión social en 1831. A pesar de todos los chismes escandalosos que circularon durante varios años, se considera que las relaciones entre ambos no pasaron de ser platónicas.
 
Parece que esta joven era bastante coqueta y aun algo temeraria para que se creyese de ella lo más malo, aunque sin fundamento bastante, al menos respecto de Larra, según lo que éste dice, siempre quejándose de sus rigores.
Emilio Cotarelo y Mori. Los últimos amores de Larra. Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid. Tomo I (1924)
 
Dolores Armijo, que tenía a su alrededor una corte de admiradores, con los que coqueteaba, haciendo valer para no comprometerse su esquiva condición de esposa, debió sentirse halagada por el amor de un hombre de tanto mérito como Larra. ¡Ser la musa del escritor, de un escritor tan grande como Fígaro, debía colmar su vanidad, e indudablemente se complació en cultivar aquel amor, encenderlo y lucirlo como un prendido que adornara su hermosura!
Carmen de Burgos Colombine. Fígaro (revelaciones, "ella" descubierta, epistolario inédito). Imprenta de "Alrededor del Mundo". 1919
José Gutiérrez de la Vega y Bocanegra. Detalle del Retrato de Dolores Armijo (antes de conocer a Larra). Sevilla 1828. Museo de Historia de Madrid

En diciembre de 1837 en una carta de Luis Sanclemente a su hermano el marqués de Montesa se refiere a los rumores que circularon por Madrid en 1834 sobre acontecimientos de inmoralidad novelesca entre el matrimonio Larra y el matrimonio Cambronero. Además añade un hecho que, de ser cierto, resultaría decisivo.
 
Hace más de un año que estando celosa la mujer de Larra, notó que éste recibió un billete y que lo metió en su pupitre. Resuelta a aclarar sus sospechas encontró modo de abrir el pupitre y leyó el papel, que era en efecto una cita que la de Cambronero daba a Larra para fuera de Puertas en un coche simón. La celosa determinó vengarse y remitió el billete de la citadora a su marido Cambronero. Este se fué a consultar a una querida que tenía. Esta tan prudente y juiciosa, quiso evitar un lance, y le dijo: «Mira, tú estás faltando a tu mujer, no des escándalo porque ella te pague con la misma moneda». No obstante, el señor Cambronero, acudió a la cita y encontró a su mujer y a su amante Larra, et il éclata.
Varela Iglesias, J.L. "Dolores Armijo, 1837. Documentos nuevos en torno a la muerte de Larra". Studia Hispanica in Honorem R. Lapesa. Separata. Gredos. Madrid, 1972.
 
Dolores Armijo es repudiada por su marido que la envía a Badajoz con unos tíos de ella. El marido, destinado en la Secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra, solicita el 28 de enero de 1835 nuevo destino en la Secretaría de la Capitanía General de Manila; el traslado es concedido el 8 de febrero de 1835 con el grado de Teniente Coronel de Caballería.
 
Dolores había vivido con sus tíos casi todo el tiempo antes de casarse. Alfonso Carrero, hermano de su madre, había comenzado su carrera en la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla como un absolutista al servicio de Fernando VII, pero con la llegada del nuevo régimen se declaró liberal, por lo que tuvo que aguantar ataques como éste:
 
... llamamos la atención de S. E., al Diario de Sevilla núm. 2375 del martes 8 de setiembre de 1835, que esplicándose á cerca de los males que causará en su respectivo puesto, cada empleado público que no sea de acreditada y jamas desmentida adhesión á la causa de la libertad y del trono constititucional de Isabel II [...] Tal ha sido la conducta del buen empleado Carrero que no la desmintió desde el año 33 hasta el 35 que apostatando del bando realista se quiso presentar en el liberal [...] le fué fácil al cándido Carrero pasar á ser contador de la provincia de Badajoz; á poco venir de intendente á Avila y por ultimo á vocal de la junta inmortal y perenne de aranceles en esta corte, porque ya se ve, bueno es que haya uno que entienda algo de tabacos aunque de comercio y aduanas nada sepa, pero cae el sueldo integro bajo aquel pretesto
Revista Nacional, 26/09/1836
 
Larra intentó ver a Dolores en Badajoz y Ávila pero no lo consiguió. En Ávila, posiblemente para estar cerca de ella o para intentar impresionarla, consiguió por medios torticeros resultar elegido en segunda vuelta diputado por los moderados —parece como si le diese igual el partido que fuese— pero la "sargentada" de La Granja consiguió que esas elecciones fuesen anuladas a los pocos días. Larra perdió de golpe todo su prestigio como escritor liberal al haberse presentado por los moderados y tal como escribió en la mañana de su último día, tuvo que aguantar "calumnias e infamias", incluso anónimas. El darse cuenta de que se había traicionado a sí mismo por culpa de su obsesión con Dolores Armijo tuvo que sumirle en una depresión y amargura reflejada en dos de sus últimos artículos, "El día de Difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio" (El Español, 2 de noviembre de 1836) y "La Nochebuena de 1836. Yo y mi criado. Delirio filosófico" (El Redactor General, 26 de diciembre de 1836).
En este último su criado ya borracho le dice:
 
Cuando yo necesito de mujeres, echo mano de mi salario y las encuentro, fieles por más de un cuarto de hora; tú echas mano de tu corazón, y vas y lo arrojas a los pies de la primera que pasa, y no quieres que lo pise y lo lastime, y le entregas ese depósito sin conocerla. Confías tu tesoro a cualquiera por su linda cara, y crees porque quieres; y si mañana tu tesoro desaparece, llamas ladrón al depositario, debiendo llamarte imprudente y necio a ti mismo.
 
La visita de Dolores el 13 de febrero en la que le pedía sus cartas, se despedía definitivamente de él y probablemente le comunicaba su marcha a Filipinas debió ser la gota que colmó el vaso.
 
En una crítica literaria a las poesías de Juan Bautista Alonso —la persona que los presentó— Larra nombra de pasada a Dolores. El artículo se publicó unos meses después de su ruptura con ella, por eso al final del artículo podemos intuir hoy un posible significado oculto para los lectores de aquel momento.
 
Como modelo de facilidad en la versificación las quejas del moro es romance inimitable y en punto á romances, aunque son buenos el retrato de Rosana, el del cumpleaños de la señora doña María de los Dolores Armijo de Cambronero el de Anfriso á Dalmíro; campea sobre todos El Consejo [...] Poeta franco y libre, suelta la rienda á su inspiración y escribe demasiado. El talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo; sino para saber lo que se ha de decir, de lo que se sabe. Esa superabundancia de vena, suele dañar al efecto, desliendo demasiado ideas que ligeramente apuntadas resaltarían doble: porque en las artes de imaginación suele querer decir de mas lo que se dice de menos [...] FÍGARO
La Revista Española, 19/02/1835
Juan Bautista Alonso (1801-1879)

Como en la época de los hechos no suele aparecer nombrado el marido de Dolores, Cotarelo se pregunta la razón de esta ausencia.
 
Quizá un documento oficial nos pruebe cualquier día si se hallaba o no en Filipinas su marido cuando el suceso que tanto perturbó la vida de ella y de su enamorado; no dejaría de ser importante el hallazgo.
Emilio Cotarelo y Mori. Los últimos amores de Larra. Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid. Tomo I (1924)
 
Entre 1835 y 1841 aparecen en la prensa varias noticias sobre un José María Cambronero ocupando cargos políticos en Salamanca, Soria y otras provincias, pero no se trata del marido sino de un primo con el mismo nombre. Cuando fallece, su viuda llamada Blasa Maury solicita una pensión.
 
SOCIEDAD DE SOCORROS MUTUOS DE JURISCONSULTOS. Comisión del distrito de Madrid.
Esta comisión ha acordado abrir el juicio contradictorio que previene el artículo 32 de los estatutos de la sociedad para la declaración de la pension que ha solicitado doña Blasa Maury, viuda del señor don José María Cambronero, abogado qué fué del ilustre colegio de esta corte, que nació en la misma a 23 de febrero de 1804, y falleció en ella el 10 del corriente, habiéndose inscripto en la sociedad á la edad de 36 años, el 29 de enero del mismo. Las personas que tuviesen que presentar alguna reclamación contra la exactitud de los hechos arriba citados, ó contra el derecho que alega la interesada para el goce de la viudedad, la dirigirán dentro del término de un mes a la secretaría de la comisión, calle de Atocha, número 35, cuarto principal. Madrid 20 de setiembre de 1841. Por acuerdo de la comisión, José Sanz y Barea, vocal secretario.
Eco del comercio, 22/09/1841
 
El marido de Dolores aparece citado varias veces en algunas de las guías de la época. En la Guía de litigantes y pretendientes. 1831 como abogado de los tribunales de Guerra y Marina y domicilio en la Caba [sic] de San Miguel á las Platerías [calle Mayor]; en 1834 en la misma guía aparece con domicilio en la plaza de Santa Catalina de los Donados y en dos guías, el Estado militar de España. 1834 y el Kalendario manual y guía de forasteros en Madrid. 1834, figura como destinado en la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de la Guerra.
El famoso jurisconsulto Manuel María Cambronero (1765-1834), suegro de Dolores Armijo

Además he encontrado una referencia sobre su estancia en Manila cuando murió Larra. En septiembre de 1836 se firma en Filipinas un acuerdo entre el Sultán Mahamad-Diamalul-Quirám y un representante de la Capitania general. El documento de ratificación viene firmado, tres semanas antes de la muerte de Larra, por el entonces gobernador en funciones y por el Secretario de S.M. José María Cambronero.
 
Y con estas modificaciones ó aclaraciones prometo en nombre de S. M. Católica la Reina de España cumplir y hacer cumplir exactamente todo lo que va estipulado y competa al Gobierno de S. M. En fé de lo cual firmo la presente ratificación, sellada con el escudo de mis armas y refrendada por el señor Secretario de S. M. con ejercicio de decretos y de este superior Gobierno y Capitanía general, en el real Palacio de Manila á 20 de Enero de 1837.—Pedro Antonio Salazar.—José María Cambronero.
JOLÓ. Relato histórico-militar desde su descubrimiento por los españoles en 1578 á nuestros días. Diario Oficial de Avisos de Madrid, 20/04/1890
 
A esto hay que añadir un pasaporte otorgado en 1837 en el que se ve que la segunda firma es la de José M. Cambronero.
 
... Por el presente concedo libre y seguro pasaporte al Subteniente del Regimiento Infanteria de Fernando VII 2º de linea D. Pedro Ramiro empleado en la comisión de Vigilancia Pública, que pasa a la Provincia de Ylocos Sur en comisión del servicio de S.M. Por tanto ordeno y mando a los Alcaldes mayores y demás Ministros de Justicia de los Pueblos del transito no le pongan ni consientan poner impedimento ni ..."
https://en.todocoleccion.net/antique-documents/filipinas-manila-1837-pasaporte-pedro-antonio-salazar-salazar-firmado~x131679718#sobre_el_lote
La cuñada de Dolores Armijo, Manuela Cambronero, que la acompañó en la visita a Larra, posiblemente habría mediado para conseguir la reconciliación entre los esposos. Dos meses después de la muerte de Larra, Dolores embarcó para Filipinas en la fragata Nueva San Fernando. El viaje en este pequeño buque solía durar entre cuatro y cinco meses; una travesía pesada e incómoda aunque la naviera ofreciese a sus pasajeros escelentes comodidades en sus dos elegantes cámaras recien construidas en Liverpool.
 
El 17 del corriente al medio dia dió la vela para las islas Filipinas la fragata nueva S. Fernando, que conduce al señor general Camba y otros varios militares y empleados. A las seis de la tarde hallándose á tres leguas y media al S. O. de esta ciudad, le fueron entregados por el buque guardacosta, de que hicimos mención en nuestro número anterior, los reos que formaron la titulada junta carlista de Córdoba. 
Gaceta de Madrid, 28/04/1837
 
Circula una versión de que Dolores Armijo murió en un naufragio en el que no habría habido supervivientes, pero no he hallado en la prensa ese supuesto naufragio. Es un rumor que contaba por carta Luis Sanclemente a su hermano.
 
El barco viejo mercante en que iba a Filipinas Camba naufragó hacia el Cabo de Buena Esperanza. En él iban Pepe González (pariente de las Lardizábal) y la que fue querida de Larra (Fígaro, el que se suicidó) y otros; y todos han perecido, según cuentan...
Carlos Montilla. «Tres cartas inéditas de 1837: A los ciento veinte años de la muerte de Larra», en: Ínsula, 12, n.º 123 (1957)
 
Pero esto lo desmiente el propio general Camba en una exposición que hace a la reina.
 
... yo lo verifiqué el 17 de abril en la española Nueva-San Fernando, embarcando en el propio buque y en virtud de expresa real órden á los tres individuos de la junta de Córdoba que se hallaban presos y sentenciados en aquella plaza. La navegación fué de las regulares en tan largo, penoso y arriesgado viaje, y el 24 de agosto echamos el ancla en la barra de Manila: el 25 desembarqué y el 27 tomé posesión del mando superior que V. M. me había confiado.
Andrés García Camba. Los diez y seis meses de mando superior de Filipinas. Cádiz. 1839
 
También en esta exposición de Camba aparece la firma de José María Cambronero en un documento sobre festejos a realizar con motivo del santo de Isabel II. Lleva la fecha de 7 de noviembre de 1837, cuando Dolores Armijo ya debía estar en Manila. El último documento que he localizado con la firma de José María Cambronero es de 1840, ya con el nuevo gobernador.
 
Habiendose instruido espediente acerca de la modificación de algunos artículos del bando de 7 de marzo de 1838, y aclaración de dudas que respecto de otros se ofrecían; oídos el Sor. Fiscal de S. M. y asesor de gobierno; de conformidad con lo manifestado por la real audiencia en sus acuerdos del 21 de octubre y 16 de diciembre últimos, he venido en aprobar, como suplemento y modificación del referido bando los artículos siguientes [...] Dado en el Palacio de Manila á 7 de febrero de 1840, Luis Lardizabal — José Mª Cambronero, Secretario
http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000056696&page=6
 
En 1840 murió José María Cambronero, así que lo más probable es que ella regresase a España.
 
El final de Dolores Armijo, en cambio, no lo conocemos [...] Allí vivió hasta la prematura muerte de su marido, el 7 de octubre de 1840, a causa de "un espasmo". Es de suponer que poco después Dolores volviera a embarcarse para España pero el empleo del marido no le da derecho a pensión, por lo que hay que pensar que busque acomodo de nuevo en casa de sus tíos, el intendente Alfonso Carrero y su esposa Josefa Mateo con quienes había pasado gran parte de su vida. Su tío, una vez jubilado, se había vuelto a vivir a su ciudad natal, Ocaña en Toledo en donde residió hasta su fallecimiento en 1855. Sabemos que su viuda se vuelve a vivir a Sevilla, donde cobrará su pensión, pero a partir de esa fecha, no tenemos ninguna otra noticia de la familia.
http://cuadernodesofonisba.blogspot.com/2016/11/gutierrez-de-la-vega-retratos-para-la.html
 
Y cuando una sombra anuble
De tu juventud los años,
Aun te quedarán laureles
Que oponer al orbe vano.
"Al cumpleaños de la señorita Doña María de los Dolores Armijo de Cambronero, mi amiga" en Poesías de Don Juan Bautista Alonso, individuo del Colegio de Abogados de Madrid. 1834
 
Si Dolores volvió poco después de la muerte de su marido, bien pudo llegar en julio de 1841 en la Sabina.
 
La fragata Sabina, que acaba de llegar de Manila con cuatro meses y medio de viage, buque comodo y de muy buenas circunstancias por su seguridad y ser uno de los mas acreditados en dicha carrera, admite carga y pasageros para el citado puerto de Manila hasta el 20 del próximo agosto, en que se dará á la vela.
El Corresponsal, 10/07/1841
 
En la sección "ecos y vida de sociedad" del periódico La Tierra de Segovia de 4 de octubre de 1919 aparece la sorprendente noticia de que entre los visitantes que habían llegado a la ciudad se encontraba Dolores Armijo. Naturalmente no puede ser nuestra protagonista que, de vivir entonces, tendría 108 años. Probablemente fuese Dolores Armijo y Armiñán, baronesa viuda de Torrefiel, que a su vez tenía una hija llamada Dolores. La esquela de esta señora se publicó en La Voz de Aragón el 12 de enero de 1929. Lo curioso de esta noticia es que parece como si en alguna familia Armijo hubiese la tradición de llamar Dolores a alguna de las hijas; pero lo más seguro es que esto sea pura casualidad porque el nombre Dolores o "Lola" era entonces más corriente que hoy en día.
 
El pequeño barrio donde vivía Larra fue totalmente arrasado entre la plaza de Ramales y la calle del Espejo durante el reinado de José I Pepe Botella. Posteriormente se trazó una nueva trama urbana en cuadrícula y se construyeron elegantes edificios después de la guerra. Larra no llevaba mucho tiempo viviendo allí según una rectificación que envió a un periódico el año anterior a su muerte.
 
Dijimos que el Sr. de Larra vivía en la casa de baños de Monnier, calle del Caballero de Gracia, y aunque anduvimos cerca en las señas, no por eso acertamos; pues el mismo autor del folleto dice que en donde vive es en la calle del Caballero de Gracia, num. 21, cuarto principal.
Revista Española, 06/02/1836
Último domicilio de Larra en la calle Santa Clara número 3, piso segundo haciendo esquina

Ese mismo año, el atildado Larra se mudó a la casa de reciente construcción sobre el solar del antiguo convento de Santa Clara, junto a unos baños como en la casa anterior.
 
La casa de baños de la Estrella, contigua á la iglesia de Santiago, queda abierta para el servicio del público. La entrada es por la calle de Sta. Clara desde 1.° de setiembre hasta fin de mayo del año siguiente y por la fachada del norte en los tres meses de junio, julio y agosto. Se llevarán baños á las casas á todas horas.
Diario de avisos de Madrid, 09/10/1832
 
En 1909, centenario del nacimiento del escritor, se colocó una placa en la fachada del edificio.
 
ABC (25/03/1909).Momento de descubrir la lápida conmemorativa en la casa donde vivió y murió Mariano José de Larra "Fígaro"



No hay comentarios:

Publicar un comentario