El fondista Emilio Lhardy


Lhardy en la Carrera de San Jerónimo desde 1839

Émile Huguenin hizo su aprendizaje como repostero en Besançon, completando luego sus conocimientos en París, e instalándose más tarde en Burdeos. Allí conoció a muchos de los exiliados españoles que habían huido de Fernando VII tras el Trienio Liberal. De su amistad con Prosper Mérimée cabe la posibilidad de que fuera este escritor francés quien le sugiriese montar un negocio en Madrid. Se ha dicho que el nombre del establecimiento vendría sugerido por el del famoso Café Hardy, del Boulevard de los Italianos, de París, que más tarde se convertiría en la Maison Dorée.
Café Hardy en París

Lhardy se instaló en 1839 en la Carrera de San Jerónimo, una calle de moda, junto a otro establecimiento famoso, La Fontana de Oro. La referencia más antigua que he encontrado sobre Lhardy se publicó a los pocos meses de su inauguración. Parece que ya desde el principio el dueño, Émile Huguenin, se hacía llamar Lhardy (o Lardi según el periodista).
 
El día 8 del actual á las 5 de su tarde, se robaron de la habitación de doña Engracia Lacosta, en la Carrera de San Gerónimo, núm, 12 cuarto principal, en ocasión que aquella se hallaba en la pastelería de Emilio Lardi, en el piso bajo de la propia casa, como dependienta de dicho establecimiento, las prendas siguientes ...
El Corresponsal, 11/01/1840
 
Para ampliar el negocio a fonda (restaurante) debió asociarse con un tal Sevie. A partir de 1844 aparece siempre en la prensa como "fonda de Sevie y Lardy" (sin hache). Sin embargo en el aspecto gastronómico las crónicas siempre se refieren a Lardy, como si Sevie fuese únicamente el socio capitalista. En aquel Madrid falto de restaurantes modernos, en poco tiempo Lhardy se convirtió en "el" sitio para celebraciones.
 
En celebridad del feliz regreso de la augusta Reina Madre á esta corte tuvieron anteayer tarde una espléndida comida en la fonda francesa de Sevie y Larde el inspector general del cuerpo de carabineros del reino con todos los gefes y oficiales de la inspección, comandancia de Madrid y algunos transeúntes para otras del cuerpo [...] La brillante música del regimiento infantería de Galicia hizo mas amena la esplendidez de la función, tocando escelentes piezas durante la comida, en la que reinó á la par de la alegría propia de su objeto , la mas fina urbanidad de una parte , la afabilidad de otra y el entusiasmo de todas [...] La comida empezó á las cinco y media de la tarde y concluyó sin el menor intervalo en el júbilo general cerca de las diez de la noche. Numeroso gentío escuchaba las escogidas piezas que tocó la música.
El Corresponsal, 30/03/1844
 
Los progresistas han tenido un modo singular de celebrar el Dos de Mayo, el día de las víctimas de la patria. Mientras que sus periódicos vestían el riguroso luto y reproducían las viñetas de ordenanza, sus prohombres manifestaban su dolor bebiendo Champaña y Jerez, y no podían contener sus lágrimas patrióticas ante los suculentos platos de Lardy. Cada bocado era, sin duda, una expiación por los dolores de la patria; cada trago una libación á la memoría de las víctimas. Este nueva sistema fúnebre es ingeniosísimo y probablemente contribuirá tanto al descanso de los difuntos, como al bienestar de los vivos.
Pero lo que mas llama la atención en este convite, suculento y fúnebre al mismo tiempo, es la circunstancia de haberse celebrado en una fonda estranjera, francesa nada menos. Los progresistas, tan nacionales, tan esclusivamente españoles en todo, tan murmuradores de la afición á lo estranjero, no debían haber comido trufas ni bebido Champaña á la salud de las víctimas de Mayo, sobre todo contribuyendo de esta manera al fomento de los intereses de un cocinero de estranjis. Solo concebiríamos que esto fuese patriótico, si los progresistas se hubieran propuesto comer bien y no pagar; aquí se notaría el deseo de obtener una compensacíon de un francés, en pago de un mal que nos hicieron sus compatriotas.
El Heraldo, 06/05/1847
Retrato de Emilio Lhardy por Federico Madrazo. 1867

El prestigio que adquirió Lhardy en poco tiempo también trajo consigo un aumento de precios.
 
ACADEMIA DE FRANCÉS - El que quiera soltarse á hablar en este idioma puede concurrir á la fonda de Sevie y Lardy, donde no se gasta de otro. Esta nueva enseñanza será la causa sin duda de haber aumentado hasta treinta reales (esto es lo único español que se exige) el precio de los cubiertos, que antes eran de á veinte.
El Clamor Público, 11/10/1846
 
Sin embargo este aumento de precio apenas duró un par de meses.
 
Aviso a los Gastrónomos - Tenemos el placer de anunciar á los aficionados que en la acreditada fonda-pastelería de Sevie-Lardy, se ha establecido el popular cubierto á 20 rs. vn.
Felicitamos al director de este célebre establecimienlo culinario por una reforma tan reclamada por sus numerosos parroquianos y que tanto ha de redundar en su beneficio.
El Español, 19/12/1846
 
Incluso el lejano Mesón de Fuencarral, aún existente, aprovechó la ocasión para anunciarse a costa de Lhardy.
 
El dueño de la fonda del camino de Fuencarral, sabiendo que la fonda pastelería de Lhardy, sita en la Carrera de San Gerónimo, ha vuelto á poner los precios de comidas á veinte rs. vn., ofrece al público la misma comida á diez rs., por ser mas arreglados los comestibles en las afueras; se obliga á dar, si no con tanto lujo, tan bien y tan finamente preparado, como lo tiene acreditado dicha fonda de Lhardy.
Diario de Madrid, 20/12/1846
 
Es posible que esta fluctuación en los precios fuese motivada por desavenencias entre los socios porque a partir de ese momento desaparece el nombre de Sevie y se dice "fonda de Lardy". En aquellas décadas aparecía casi siempre el nombre de Lardy en lugar del Lhardy que se fue imponiendo con posterioridad. Parece que el establecimiento pasa por una crisis que se refleja en la prensa.
 
Al hablar ayer de las muchas fondas sucias que existen en esta corte, no tuvimos presente el hacer una honrosa escepcion, además de las conocidas de Lardy y del Príncipe, en favor de la nuevamente establecida en la calle de la Montera y titulada Hotel de San Luis. De hoy mas, los gastrónomos tendrán un sitio donde satisfacer su pasión favorita , y donde la delicadeza de los manjares compite con la elegancia y prontitud del servicio. El Hotel de San Luis ha venido muy oportunamente a despertar la emulación de sus rivales las fondas de Lardy y del Príncipe que iban decayendo de su antigua fama. Por ahora el Hotel se lleva la ventaja, preciso es confesarlo: en él se come bueno y bien servido. Esperamos de la concurrencia que haya en breve tres buenas fondas en que escojer.
El Español, 02/05/1847
La visita a Lhardy aparece en una composición sobre costumbres navideñas

El marqués de Salamanca fue el primer cliente importante que tuvo Lhardy en sus comienzos y les unía una buena amistad. En la Nochebuena de 1846 se produjo un episodio muy comentado que fue narrado de forma detallada por uno de sus asistentes, que con el nombre de Barón de Parla-Verdades, lo publicó en el libro "Madrid al daguerrotipo" y fue reproducido por La Ilustración.
 
La noche de Navidad se hallaban en el café Suizo unos cuantos jóvenes de buen humor, departiendo precisamente sobre la dura precisión en que se veian todos de cenar separados, faltando en esto á la patriarcal y santa costumbre de celebrar en familia el nacimiento del Redentor. Después de un ligero debate uno de los amigos interpeló á sus compañeros en esta forma: «Señores, puesto que deseamos á toda costa cenar en familia, y que para ello hay algunos inconvenientes, creo que todo queda zanjado si nos ponemos de acuerdo con el señor de Salamanca, á quien ninguno de nosotros tiene el honor de conocer, pero qué recibirá sin duda una especial satisfacción en relacionarse por este motivo con unos jóvenes tan apreciables...» Inmediatamente aprobaron el proyecto los demas colegas, y diez minutos después entraban todos (eran siete) en la casa del señor Salamanca. Recibióles este caballero con la finura que le distingue, y después de escuchar el sucinto discurso de aquellos señores, que iban á pedirle lisa y llanamente una cena de Navidad, los contestó con la mayor amabilidad que tenia una satisfacción en obsequiarles de la manera que deseaban.
El Español, 26/12/1846

El marqués de Salamanca envió a un empleado suyo a Lhardy para avisar y dijo a los jóvenes que podían cenar allí por cuenta suya.

Mr. Lhardy hizo á los jóvenes amigos los honores de su casa en nombre del banquero, con toda la galantería de un diplomático, con toda la finura de un francés. Ya sea por el interés que pudiera reportarle el buen desempeño de aquella comisión, ya por el deseo de agradar al desprendido señor que habia delegado en él sus facultades, ó bien porque una y otra consideración influyeran en su ánimo, ello es que el fondista no hallaba medios de servir dignamente á los convidados, á quienes dispensaba todo género de atenciones. Estos, por su parte, que se habían impuesto el deber de aceptarlo todo sin exigir nada, correspondían á las reiteradas invitaciones de los fámulos, que hacían circular por la sala preciosas bandejas con cigarros habanos y anchas copas de vino de Bermut por via de entretenimiento y como medio de despertar el apetito. Antes de sentarse á la mesa colocaron nuestros jóvenes enfrente de la puerta de entrada , y sobre un pequeño velador de caoba, una caja de pistolas inglesas, cuyos lucientes cañones se dejaban ver distintamente fuera de la estancia por los vidrios de la mampara, en uno de los cuales habían fijado con anticipación un enorme cartel, que en caracteres bien inteligibles decia de este modo: EL QUE OSE PENETRAR EN EL SALÓN SIN PREVIO CONSENTIMIENTO DE LOS QUE LE OCUPAN, TENDRÁ QUE BATIRSE UNO POR UNO CON SIETE JÓVENES QUE SE HALLAN SENTADOS Á LA MESA

La cena fue opípara. Comenzó con pirámides de ostras y continuó con las mejores aves, carnes, mariscos y postres, todo regado con los mejores vinos. Al final hubo entusiastas brindis dirigidos naturalmente a su benefactor.
 
— ¡A que antes de seis meses sea ministro de Hacienda el generoso banquero que en este sitio nos reúne!! Para contestar todos con entusiasmo: — ¡¡¡A que lo sea!!!
[...]
Mr. Lhardy, á quien conocemos ya como dueño del establecimiento, y cuyas simpatías hacia el sugeto aludido en el brindis eran bien manifiestas, no habia conceptuado oportuno permanecer pasivo en medio de la enérgica y animada manifestación que acababa de hacerse; por lo que desde el lugar que ocupaba en su despacho y puesto de pié lo mismo que los demás circunstantes, apuró á su vez una copa de licor que al efecto tenia preparada, dando á entender así que se hallaba animado de iguales sentimientos que los jóvenes convidados. No fué solo el dueño de la fonda quien tributó este homenage de consideración y afectuoso respeto á la persona agraciada en el brindis; sino que los camareros ocupados entonces en la asistencia de la mesa, no pudiendo contener sin duda el deseo de remojar sus fauces con tan plausible motivo, se empinaban en otro estremo de la estancia el residuo de las botellas, abundante por cierto, merced á la presteza con que habiau procurado retirarlas á medio vaciar. Todos, pues, bebían en aquel instante dominados por una misma influencia, gozosos por una misma causa, y á costa y en memoria de una misma persona. Siguiéronse otros brindis en prosa y verso como de costumbre es en casos semejantes, no sin haber dedicado uno, el mas notable de todos, al gran príncipe de los ingenios españoles: á Cervantes, de quien nadie se acordaría probablemente á aquella hora y en aquella noche: brindis tanto mas justo y merecido cuanto que se tributaba por jóvenes todos dedicados al cultivo de las letras.
La Ilustración, 08/09/1849
 
En aquellos años Lhardy dio un nuevo impulso al negocio al desarrollar una línea de "catering" que llegó a tener una enorme capacidad si la siguiente noticia no exagera.
 
Se ha suspendido el suntuoso banquete con que el gobierno pensaba obsequiar mañana á los oficiales de la guarnicion. Ayer se quitaron las tiendas de campaña que al efecto fueron colocadas en el Retiro. Según nos ha dicho el fondista encargado de la comida, era monsieur Lardy quien tenia órden para preparar hasta 1,000 cubiertos de 80 reales cada uno. Siendo exacta esta noticia parece ahora natural que Mr. Lardy pida y el gobierno le conceda una buena indemnización.
El Clamor Público, 28/04/1848
 
Probablemente esta suspensión supuso un grave quebranto económico para Lhardy que puso un anuncio en la prensa:
 
En la fonda de Lhardy, Carrera de San Gerónimo, donde, a pesar de las circunstancias críticas que atravesamos, se ha continuado, á costa de grandes sacrificios, sirviendo al público con el esmerado celo que tiene bien acreditado, se ven obligados á avisar qué en adelante, por hallarnos en la época de verano que es la fatal para las fondas, no se servirán comidas sueltas ni por lista, y solo comldas de varios cubiertos de encargo en la misma fonda ó mandadas para llevarlas á las cásas avisando de antemano. La pastelería y despacho de vinos generosos, como los estranjeros de Champagne, Burdeos, etc. y licores seguira con el cuidado que acostumbra.
El Heraldo, 04/07/1848 
Publicidad de un chocolate que se vendía en Lhardy

Como sus clientes eran adinerados, en verano se notaba mucho su ausencia cuando se iban a los balnearios y playas del norte.
 
Necrología. La fonda de Lhardy, situada en la Carrera de San Gerónimo, ha fallecido; los gastrónomos sueltos, es decir, los que desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche tenian la seguridad de hacer algunas concesiones a su estómago medíante una cantidad menor de 19 rs., han perdido ya aquella viña, puesto que en lo sucesivo, y en atención á estar en el verano, (palabras del pastelero) época fatal para las fondas, (y para los fondos), no se servirán comidas sueltas, ni por lista, sino únicamente de cierto numero de cubiertos, avisando con anticipacion, bien sean para dentro del establecimiento, ó bien para llevarlas a las casas. El ramo de pasteles no se ha contagiado y sobrevive por consiguiente a la epidemia reinante. Felicitamós pues a estos, y damos el pésame a los purées, á las cotelettes, á la papillot, a los pie de mouton a la Sainte-Mene-hould, á los [ilegible], á los fricandeaux y a otra porción de platos franceses menos gratos quizá y de seguro menos confortables que nuestra olla podrida y nuestros deliciosos pistos: conservelos Lhardy en su cartera hasta principios de invierno, (aquellos se entiende) y continue entreteniendo los estómagos públicos con bizcochos al rom y pastaflora.
La España, 06/07/1848
 
Al aproximarse aquel verano un periódico decía que algunas fondas "debían" cerrar pero no explicaba el motivo.
 
Según dice un periódico, ha corrido entre los gastrónomos la voz de que las fondas de Lardy y de la calle del Príncipe, item mas, los andaluces de la Calle de Carretas, deben cerrarse próximamente. 
El Heraldo, 10/06/1848
 
Aquel año Lhardy cerró hasta Navidad, ¿por un cierre impuesto, por circunstancias críticas por las que atravesaba, por una reforma?
 
FONDA DE LARDY. Se advierte al público de esta corte que á contar del dia 23 del corriente mes de diciembre, se volverá á abrir la fonda de Lardy, en la que se servirán como anteriormente todas clases de comidas, con el esmero y esactitud que le han merecido la confianza de las personas que le favorecen con su concurrencia.
Diario Oficial de Avisos de Madrid, 25/12/1848

Era una época difícil, incluso Emilio Lhardy tenía algún conflicto con un convecino porque instó un juicio de  conciliación.
 
Por providencia del señor don Gabriel Seco de Cáceres, teniente de alcalde constitucional de dicho distrito, se cita, llama y emplaza á don Eduardo Manby, de esta vecindad, y cuyo paradero se ignora, para que por si ó por medio de persona competentemente autorizada, asociado de su hombre bueno, comparezca el dia 17 del corriente á las doce del mismo, en la audiencia de su señoría, sita en la plaza de la Constitución, piso bajo de la casa núm. 5, á celebrar el juicio de conciliación á que és demandado á instancia de don Emilio Lhardy, su convecino, pues de no verificarlo le parará el perjuicio qua haya lugar.
Madrid 1º de setiembre de 1849.
Diario Oficial de Avisos de Madrid, 07/09/1849
 
A pesar de las dificultades Lhardy había conseguido ser considerado el restaurante donde mejor se comía en Madrid. Incluso sirvieron comidas al nuevo embajador francés —de nombre sorprendente— cuando llegó.
 
Ayer llegó á esta corte Mr. Napoleon Bonaparte, ministro de la república francesa cerca de nuestra reina. Se alojó en la Carrera de San Gerónimo, casa del marques de Santiago, sirviéndosele el almuerzo y la comida de la pastelería francesa de Sevie y Lardy.
La Época, 08/04/1849
 
El lunes último se dio en casa del fondista Lardy una comilona de las llamadas de moco de pabo. El gasto de este obsequio, en que se apuró cuanto de mas esquisito ha inventado ia ciencia culinaria, y en que los vinos mas especiales de Europa se disputaron la preferencia. Parece que salió del repleto bolsillo del general Domínguez, conde de San Antonio. Entre los convidados se hallaban los generales Gallegos, Llanos, Caminero y Tello, el conde de Chinchilla , los señores Dumont, Díaz Martin (la hidra del parlamento) y Martinez, el celebérrimo homeópata Nuñez , y el señor Larios. Aunque la broma no era entre jóvenes, parece que todos se acordaron de haberlo sido. Esta picara vida es preciso pasarla á tragos...
El Clamor Público, 13/04/1849

A Alejandro Dumas no le impresionó Lhardy según lo que cuenta en sus cartas de octubre de 1846. Su testimonio es tan confuso que uno se pregunta si realmente llegó a comer en Lhardy cuando estuvo en Madrid.

En cuanto a la comida, Mr. Monier nos había indicado un restaurador italiano [!] llamado Lardy, en cuya casa debíamos encontrar una comida honorable. En Italia, donde se come mal, los buenos restauradores son franceses: en España, donde no se come mal del todo, los buenos restauradores son italianos.
[...]
Yo, que ejerzo funciones públicas, señora, doy el ejemplo, y os anuncio en alta voz, a fin de que vuestro huésped lo oiga, que os dejo para ir a comer a la embajada. Todos nuestros compañeros van comer a casa de Lardi, dirigidos por Teófilo Gautier, a quien han encontrado errante por estas calles, y que ha pretendido conocer mejor la España que los mismos españoles. En consecuencia, les ha pronosticado que comerán muy mal.
España y África. Cartas selectas escritas en francés por Alejandro Dumas. Madrid 1847

Cocina de Lhardy

Lhardy se había instalado en el edificio contiguo a la famosa Fontana de Oro que a mediados del XIX ya se encontraba en mal estado. En 1856 el edificio de la Fontana se hundió sin afectar afortunadamente a Lhardy.

Entre una y dos de la madrugada de ayer ha venido completamente al suelo la parte de la antigua casa que fue Fontana de Oro, y en donde por tantos años ha existido la librería de Monier, casa en que aun se conservaba el depósito de libros perteneciente á los acreedores de este. El hundimiento ha sido en la parte que da á la calle de la Victoria, habiendo quedado en pie la que mira á la Carrera de San Gerónimo, incluso el ángulo de la casa ocupado por la tienda de la Estrella Oriental. A pesar de haberse hundido por entero esa parte de edificio y de haber ocurrido el suceso en las primeras horas de la madrugada, hay que dar gracias á la providencia de que no haya habido que lamentar desgracia alguna personal.
La España, 13/03/1856
 
RUINAS Y ESCOMBROS.—Estamos deseando que ocurran en Madrid algunos hundimientos mas, para que el Ayuntamiento y sus arquitectos den señales de vida y hagan derribar tanta jaula apolillada como ahora afea las mejores calles. A consecuencia del hundimiento de la Fontana, el fondista Lhardy ha tenido que echar á correr, porque su casa amenaza ruina. Es probable que al derribarla haga una genuflexión su amiga la inmediata, que á su vez habrá de derribarse por desquiciada, fea y envejecida. El bello ideal del vecindario seria que se propagaran los hundimientos hasta las Cuatro Calles [actual Plaza de Canalejas], para ver renovada una de las peores manzanas, aunque de las mejor situadas en la corte.
El Clamor Público, 12/04/1856

Nada más ocurrir el hundimiento corrió el rumor de que Lhardy se iba a trasladar al nuevo edificio que se iba a construir.

En el edificio que va á levantarse sobre el solar de lo que fue Fontana de Oro, parece que se dispondrán magníficos comedores y salones para el fondista Lhardy, que trasladará á él su establecimiento.
La Época, 18/03/1856
 
El escaparate de Lhardy era famoso por el espectáculo de viandas que mostraba. Eran frecuentes los chistes en la prensa sobre hambrientos transeúntes que se detenían a admirar aquellos productos riquísimos que no estaban al alcance de sus posibilidades. Hasta se utilizó para la confrontación política la imagen del escaparate de Lhardy con productos ficticios.
 
El que en su tienda repara,
en apetito se enciende
y la vista no separa;
por eso lo que nos vende
cuesta un ojo de la cara.
Manuel del Palacio y Luis Rivera. Cabezas y Calabazas. Madrid 1864
 
Talento culinario. El conocido y bien reputado culinario Lhardy, ha restaurado su confortable establecimiento de la Carrera de San Jerónimo con los mas suculentos manjares que se conocen en las cocinas europea y americana, incluso el famoso pudhing á la chipolata inventado y tanto tiempo monopolizado por el Sr. Vatel, de feliz memoria para todos los amantes de la fortaleza del estómago. No faltan en el escaparate del Sr. Lhardy, cabezas de oso blanco del polo á la salsa picante, ni trompas de elefante á lo Borbon, ni pavos reales escabechados á la española, ni ríñones de caballo á lo Vicalvaro, ni otras menudencias por el estilo. El Sr. Lhardy es todo un cocinero de talento. Ha sabido que el 11 del corriente se abren las Cortes, y ha dicho para su capote: Pinches y catasalsas, D Salustíano viene de París; preparemos la abundancia de comestibles suculentos. El glotón de los Campos Elíseos es con nosotros.
La Discusión, 09/02/1869
 
En 1869 un rumor sobre el coste fabuloso que iba a tener una cacería organizada por el general Prim incluía a Lhardy en el suceso. Durante días la prensa conservadora atacó al entonces jefe de gobierno.
 
De algunos días á esta parte es objeto de todas las conversaciones la gran cacería que para las próximas fiestas se prepara en la posesión que tiene en los montes de Toledo el general Prim. Cuéntase que este potentado ha mandado disponer en su castillo feudal cuarenta y dos camas para otros tantos convidados; que el dueño del magnífico almacén de riquísimos muebles que hay en la calle de Alcalá, junto al café Suizo, se ha encargado de amueblar las habitaciones del dicho castillo; que la comida de los cazadores se ha ajustado en diez mil reales diarios; que invitado el Sr. Lhardy para ir en persona á dirigir la cocina y eí servicio de las comidas, se excusó, manifestando que no podía dejar en los dias de Pascua su establecimiento de la Carrera de San Gerónimo; pero que se ha removido este obstáculo ofreciendo al Sr. Lhardy una buena cantidad por indemnización de perjuicios, con lo cual se ha decidido dicho señor fondista á ir á la posesión de D. Juan Prim.
Las comidas serán de toda etiqueta, asistiendo á éllas los convidados con frac y corbata blanca. Se ha habilitado la linea telegráfica que con motivo de otra cacería se estableció entre Madrid, Toledo y la posesión del general Prim. Se calcula que los gastos de la cacería ascenderán á cuarenta mil duros. Ignoramos si hay exactitud en todas estas noticias; pero si es cierto cuanto de público se dice acerca de la extraordinaria explendidez de D, Juan Prim, nada de cuanto digamos con relación á la cacería debe sorprendernos.
El Pensamiento español, 20/12/1869
 
¿Qué dirían La Iberia y el Puente de Alcolea y sus amigos si un Monarca gastase cuarenta ó cincuenta mil duros en una cacería, aunque fuera de su consignación particular, cuando tantos infelices cesantes y viudas están pereciendo en miserables boardillas, cuando los asilos del Pardo y de Aranjuez carecen de lo necesario para el alivio de los que en ellos se albergan, y cuando en el Hospital y en otros establecimientos benéficos no pueden satisfacerse los alimentos y medicinas indispensables?
[...]
El hijo del fondista Lhardy ha desmentido que vaya este á los montes de Toledo por estar enfermo hace tiempo; pero no ha desmentido el que sea su casa la que deba dar la comida, ni que cada cubierto cueste 2,800 reales, ni que se le den 10,000 reales diarios de indemnización. Que no sea el Sr. Lhardy sino el cocinero mayor ó el menor el encargado de dar de comer al general Prim, en nada disminuye pues lo que hoy se ha dicho sobre la cacería.
La Regeneración, 23/12/1869
 
Después de la cacería, nadie desmintió a un diario liberal cuendo publicó que todo lo que se había dicho con anterioridad había sido una patraña. Desde luego la cena no sería lujosa, pero sí abundante.
 
Un almuerzo de arroz con pollos ó conejos presentado en una caldera mónstruo y servido en platos de estaño y condimentado por el cocinero que tiene el general hace muchos años, (gallego por mas señas). Un vino comun, servido en vasos del mismo precioso metal, y que á las veces tenia el mérito de ser de la cosecha de casa, y un postre do queso, constituían el aristocrático almuerzo del Regente del Reino lo mismo que el del último ojeador.
Una sopa, un cocido con su chorizo y su tocino correspondiente, un par de principios, una ensalada cocida y un asado, con postres de pasas y almendras, y el vino comun á pasto, una copa de Jerez á la mitad de la comida y Champagne á los postres eran el festin nocturno del moderno Lúculo.
El Imparcial, 01/01/1870

En algún momento de la década de los 1880 se instaló la lujosa decoración que Lhardy aún hoy ostenta. Según diversas fuentes, el decorador fue Ramón Guerrero —padre de la actriz María Guerrero y bisabuelo del actor Fernando Fernán Gómez— que figuraba en aquella época como tapicero, decorador y escenógrafo del Teatro de la Comedia.

El gusto del segundo Imperio, dotado de esa elegancia de alta burguesía que vuelve ahora a cautivarnos, se perfiló en el diseño de la fachada de Lhardy, construida con magnífica madera de caoba de Cuba, como símbolo de las que fueron nuestras provincias de ultramar. La decoración interior de la tienda, con sus dos mostradores enfrentados y el espejo al fondo, sobre la opulenta consola que sostiene la “bouilloire” y la fina botillería, permanece intacta, como fue proyectada y llevada a cabo por Rafael [sic] Guerrero. Los comedores, concebidos como Salón Isabelino, salón Blanco y Salón Japonés, conservan los revestimientos de papel pintado de la época; las chimeneas, guarniciones y ornatos, citados en las obra de Galdós, Mariano de Cavia, Azorín o Ramón Gómez de la Serna.
https://lhardy.com/historia/ 
Extrañamente no aparece en la prensa esta reforma del local ni el momento de su inauguración. Sin embargo sí aparecen otras reformas que hizo Ramón Guerrero como la de la Cantina Americana, Café de la Iberia, Café de Fornos, Teatro de la Comedia y Teatro Español.
 
Bajo la inteligente dirección de don Ramón Guerrero han empezado las obras de restauración del teatro Español. La sala será empapelada con papel blanco de seda, los antepechos de los palcos serán de paño blanco, y las butacas estarán cubiertas con tela de la misma clase, adornadas con franjas rojas de peluche. Los antepechos serán sustituidos por otros de hierro colado, y la alfombra del centro y los pasillos de las butacas será también blanca. Con estas obras el teatro Español será uno de los más elegantes de Europa. 
Crónica de la música. 12/07/1882

Con la nueva decoración Lhardy introduce algo nuevo en su restaurante, lo que se llamó el Diner Lhardy.

Los establecimientos industriales de Madrid hacen sus reformas para el invierno durante la época veraniega en que la mayor parte de los consumidores viajan. Casi todos introducen mejoras para atraerse el público, presentándole novedades. Pero este año lo que va á llamar verdaderamente la atención ha de ser la reforma de Lhardy. Como que esta acreditada casa privilegio de los ricos en más de cuarenta y seis años, coloca algunos cuartos de su ponderado restanrant al alcance de más modestas fortunas. Hasta ahora, para comer en Lhardy era preciso reunirse lo menos media docena de personas, que encargaban la víspera su menú. Ahora se individnaliza, siguiendo las corrientes del progreso. Esta año el conocido industrial establece para todos los dias platos especiales, con los que pueden servirse comidas sin que el gourmet haya tenido necesidad de tomarse el trabajo de encargarlas de antemano. Y uno solo que vaya al restaurant encontrará, como en los establecimientos de igual género del extranjero, el servicio especial de la casa de Lhardy, con buena carte, que se publicará diariamente, con sus medios ó cuartos de botella, sea de Borgoña, Champagne, Bordeanx, etc. Los aficionados á la buena cocina están de enhorabuena.
La Iberia, 15/09/1886 
La afamada casa Lhardy ha resuelto ofrecer diariamente á las personas que echan de menos en Madrid una excelente mesa, sin necesidad de avisos previos, un número reducido de cubiertos con menú distinto todos los dias, compuesto de: 1 potaje; 1 relevé de boucherie; 1 entree; 1 roti; 1 legume; 1 entremet; dessert. Un cuarto de botella de Jerez, (González Byais); media de Burdeos, (Saint Julien Lhardy), y un cuarto botella de Champagne, marca Roeder, por persona. Los cubiertos se servirán en el salón de la casa Carrera de San Jerónimo, y en mesas para una, dos ó más personas, y al precio de 20 pesetas por cubierto, incluyendo los vinos. Como no será posible servir mas de 20 cubiertos por falta de local, podrá pedirse durante todo el dia que se reserven las mesas, bien en la tienda, bien por el telefono núm. 705. El Diner Lhardy se inaugurará del 1º al 10 de Noviembre. Todos los dias se publicará en los principales diarios de la noche, el menú del dia siguiente, y en los de la mañana el de la comida del dia.
El Liberal, 22/10/1886 

Lhardy con sus mostradores y el espejo

Efectuada la reforma del local, y en marcha las novedades que había introducido su hijo Agustín, el señor Emilio Lhardy que ya estaba prácticamente retirado, falleció.

Los que pasaban anoche por la Carrera de San Jerónimo encontraban que faltaba algo al brillo y animación de la calle. Era que uno de sus establecimientos estaba cerrado. El afamado restaurant de Lhardy no exhibía, como otras noches, entre las luces del gas á la admiración de los gastrónomos su deslumbrante escaparate lleno de ricos manjares. Las persianas de hierro que le separan de la calle se veían corridas, y en la puerta decía un letrero, escrito sobre un papel blanco: «Cerrado por fallecimiento del dueño» Con efecto, ayer á las siete y media de la noche dejó de existir, después de dos días de permanecer en cama, Mr. Emile Lhardy, fundador de la conocida casa que lleva su nombre. A la avanzada edad de ochenta y dos años, después de una vida trascurrida en medio del trabajo más tenaz, baja á la tumba este hombre que debió la fortuna y reputación que coronaron al fin su inteligente actividad á sus solos personales esfuerzos [...] siguiendo sus deseos de ver á España, vino á Madrid, agradándole extraordinariamente esta población, donde su profesión no encontraba una competencia temible. Asocióse á un francés, y en 1839 fundó el establecimiento que durante tantos años viene figurando a la cabeza, en Madrid, entre los de su género. La sociedad se deshizo al poco tiempo, y Lhardy se quedó solo al frente de su restaurant. Bajo su dirección prosperaba cada día más la casa, y entonces, derribado el antiguo edificio en que se hallaba instalada, vino á sustituirle un local nuevo, hermoso, levantado con arreglo á las exigencias del gusto contemporáneo.
[...]
La Casa Lhardy ha venido siendo, en los últimos años, el lugar obligado de los banquetes más suntuosos. De dicha casa se trasladaban también las comidas más exquisitas á hoteles y palacios, donde la alta sociedad celebraba alguna de sus fiestas brillantes. No había inauguración de camino de hierro, baile de máscaras, festividad alguna mundana adonde la cocina de Lhardy no fuera reclamada. A la muerte de este hombre, que en medio de la rudeza da sus trabajos sabia poner de relieve exquisitas prendas de carácter, la casa fundada por él quedará á cargo de su hijo el distinguido pintor D. Agustín Lhardy.
La Época, 18/01/1887

Banquete homenaje a Gómez de la Serna. 1923. García Lorca aparece sentado en el suelo

  • Banquete del P.E.N. Club. 1922. Azorín aparece con bigote sentado en la mesa a la derecha

La lista de todos los banquetes y homenajes que se han celebrado en Lhardy a lo largo de su historia es interminable. Por allí pasaron miembros de la Casa Real, la aristocracia, la alta burguesía, políticos, escritores y los viajeros ilustres que llegaban a Madrid. Durante la II República, Diego San José publicó un libro que con el título de "Vida ejemplar de Isabel II, la reina alegre y desaprensiva", eran unas falsas memorias de una dama de la corte de Isabel II donde se relata esta anécdota:
 
Merece destacarse por su picante donosura la escena del reservado de Lhardy, donde la coronada hetaira, después de regodearse cumplidamente con «el pollo Antequera», se dejó olvidado el corsé. La historia —o historieta, si se quiere— es, en fin, tan ejemplar como en el título se anuncia. Y tan divertida como todas las de este escritor, maestro en el género.
El Heraldo de Madrid, 13/08/1931

De los objetos que todavía atesora Lhardy hay dos que se consideran emblemáticos: el samovar de plata para servirse un consomé y el espejo del que escribió Azorín lo siguiente:
 
No podemos imaginar Madrid sin Lhardy. Lhardy resume la aristocracia y las letras. Y a su vez Lhardy es resumido por el espejo del fondo. Ese espejo, grande, con marco de talla dorada, está en el fondo de la tienda, sobre una consola con tablero de mármol blanco. En Lhardy, por sus concurrentes, por su historia, por lo selecto de su servicio, todo resulta noble. En los estantes nos miran las limetas, botellas y frascos de exquisitos vinos y licores, y el espejo lo abarca todo [...] En Lhardy, con un platito en la mano y en la otra un cuchillo de postre, un platito con pasteles, se encuentran Quevedo y su amigo Adán de la Parra, Don Fernando, el hermano de Carlos I, y su secretario el poeta Cristóbal de Castillejo, Don Juan de Austria y Cervantes. El espejo del fondo recoge las imágenes de todos.
Azorín. Madrid, la generación y el ambiente del 98. Madrid 1941

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